Capitulo 16. Privilegio

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—Así que eso es todo —concluyó Hinata, jugueteando con la cucharilla del té.

Hiashi alargó el brazo y tranquilizo los inquietos movimientos de su primogénita, posando su mano sobre al de ella.

—No tienes por qué estar nerviosa —murmuró, mientras pensaba en todo lo que ella le había contado.

—¿No estás enfadado? —Hinata tenía los ojos bien abiertos y en ellos brillaba una mezcla de sorpresa y recelo.

—No estoy contento, pero tampoco enfadado —dijo Hiashi, y se sentó más derecho en la silla.

Estaban en la terraza de la casa de la familia Yamanaka, tomando un té antes de su habitual paseo a caballo por el parque. Hiashi había esperado con inquietud para poder hablar con ella. Sabía muy bien el aspecto que tenía una mujer después de un encuentro acalorado.

—No sé qué hacer —reconoció ella—. Me temo que no entiendo nada.

—Y yo me temo que no te puedo ser de mucha ayuda —admitió su padre—. No me sienta nada bien saber que un desconocido despierta en ti sentimientos que no tienes por algún chico que merezca la pena.

Hinata le cogio la mano con fuerza.
—Se que no me he comportado digna, padre. Pero espero puedas perdonarme.

Él se quedó mirando el jardín trasero con aire pensativo. Aunque la palabra "jardín" se aplicaba erróneamente al espacio exterior que rodeaba la mansión. Era un amplio prado.

—Te perdono —dijo—. Y admiro tu sinceridad. Has cambiado estos últimos meses. Pero no puedo permitir que andes por allí saliendo con un tipo que no conoces.

Ella asintió. Parecía una colegiala a la que regañaban. Y a pesar de que la reprimenda era necesaria. Hiashi no estaba contento con eso.

—Vas a tener que decidirte si quieres casarte con un joven o no, Hinata. Si decides seguir adelante con nuestro acuerdo, deberás actuar de buena fe y comportarte como es debido —se puso de pie y movió los hombros para aliviar la tensión—. Este joven, Uchiha, el menor, me lo ha propuesto ya, no solo una vez, sino millones de veces.

Ella también se puso de pie.
—Estás enfadado —levanto una de sus delicadas manos para silenciar su respuesta—. No. Lo comprendo. Pero no me puedes presionar para que me comprometa.

Suspiró. Se acercó a la barandilla de la terraza y apoyo el peso en las manos. Su padre se acercó a ella.

—Si me caso —murmuró ella—. ¿Estarías feliz? ¿Satisfecho?

—Eso depende de ti —contestó Hiashi con cuidado.

—Oh.

Ella apartó la vista suspirando.

La brisa soplo de improvisto y arrastró uno de sus mechones por encima de su piel desnuda, justo por donde el cuello se encuentra cerca del hombro. Hinata se estremeció, pero no fue de frío, sino por la sensación.

—Y justamente lo traje aquí —Dijo su padre interrumpiendo sus pensamientos.

Sasuke aparecía de detrás de la puerta. Vestía una casaca negra, que se movía con elegancia al mismo tiempo que él. Era imprescindible. Nunca dejaba de alterarla por lo menos un poco, y aún así, parecía tan frío y despreocupado. Como si solo ella se sintiese intimidada. Pero siempre había sido así, y él era astuto y lo sabía también.

—Miss Hyuga —Sasuke hizo una reverencia y esbozó una sonrisa, pero esta no le iluminó el rostro.

Hinata pensó en las diferencias de aquellas sonrisas. En la de Sasuke y Naruto.

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