Desde luego, el tranqueteo del tren calmaba a Naruto, pues cuando Hinata despertó vio que dormida como un bebe. Habían retirado los retos del almuerzo de la mesita situada ante el asiento tapizado de terciopelo rojo, y a través de la ventanilla enmarcada en latón de veía que había oscurecido casi por completo, ¿O eran las primeras luces del amanecer? Era muy tarde o muy temprano, pero en cualquier caso el mozo no los había molestado para hacer la litera.
Hinata había dormido tan mal la noche anterior que era natural que se hubiese quedado traspuesta en el tren.
La joven cerró los ojos y luego volvió a abrirlos.
Una señora la observaba desde el cubículo contrario justo a un lado de ellos.
—¿Son tus hijos? —le pregunto amablemente, haciendo un gesto con la barbilla hacia la cuna de los bebés.
Hinata asintió con la cabeza.
—Sí —respondió, casi en un murmuro. Las demás personas en el tren descansabas excepto ella y esa agradable señora—. Son muy tranquilos.—Eso parece —concordó la vieja de ojos castaños—. No es normal ver a locales yendo hacia el pueblo y viajando con niños. Usualmente cuando es así se la pasan llorando todo el camino, ¿de donde vienen?
Hinata apretó los labios, sopesando la pregunta que parecía flotar sobre el aire encima de ella.
—De Exeter —dijo, cautelosa y desvió la mirada hacia el passive que se elevaba sobre ellos.
—Eso es muy lejos —la señora se incorporó de pronto—. ¿Y que hacen viajando hacia Castle Combe?
Se volvió para observar a la señora, que me sonreía de forma condescendiente. Hizo una pausa, no era que le molestara que le preguntara, suponía que la señora debía sentirse aburrida y quería sacar conversación de la única persona que vio despierta.
—Nos mudamos —respondió después de un rato—. Mi marido y yo decidimos cambiar de aires.
Naruto se movió sin despertarse. Hinata tenía los ojos rígidos y la boca seca. ¿Habían dejado atrás la parada la parada de Trexil? Si era así, su probabilidades de volver a ver a su familia ahora eran muy limitadas. Jiraiya les había dicho que en Castle Combe había casas de correo y que siempre recibían telegramas de la ciudad. No sabía cuánto tiempo vivirían en el pueblo, pero era seguro que serían años.
—Eso es estupendo —dijo la anciana—. En Castle Combe existen muchas cosas divertidas pero hacer. La mayoría de la gente se reúne en las tabernas, beben algo y pasan los días de forma muy tranquila. Es un buen lugar para mudarse, si quieres tener un poco de paz y no agobiarte por la vida caótica de la ciudad.
Puede que tuviera razón. Hinata le sonrió y se puso de pie. Le pidió disculpas a la anciana y se movió con la intención de recorrer el tren en busca de una cara amable, pero los pasillos más adelante estaban desiertos.
Al llegar a un vagón con grandes ventanales, vio a través del cristal que había un hombre sentado fumando.
Hinata estaba tan inquieta que cruzó la puerta y se dirigió al extraño con rapidez, algo que en otra vida le habría resultado descortés.
—¿Hemos pasado por Trexil? —quiso saber.
—Sí, hace varias horas —respondió el hombre volviéndose.
La respuesta la angustió un poco hasta que el hombre la reconoció.
—¿Miss Hyuga? —la miro inclinándose hacia adelante para poder verle mejor el rostro.
Ella miro al hombre a la cara y supo que se trataba del amigo de Naruto, aquel extraño agente del que una vez mencionaron en la cena. Kakashi Hatake, aunque hacía casi tres meses que no lo había vuelto a ver, la suya era una cara que podía reconocer muy bien. Tenía los pómulos altos y planos, una nariz en forma de flecha hacia arriba y un pelo brillante y plateado. Sus ojos eran negros como los de Sasuke y estaban extrañamente equilibrados.
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|Latidos|
Fiksi PenggemarHinata Hyuga era conocida no solo por su belleza y su extraordinario físico, sino también por su personalidad tan atrevida, lo que hacía otorgarle un asiento elevado entre las más deseas chicas de la ciudad. Le resultaba cómico ver hasta dónde era...