Mei llama a su subordinado, y aparece el asistente que hasta ese entonces habría creído que era el ayuda de cámara de Jiraiya. Que equivocado estaba.
—Angus, ayúdame a levantarlo —le ordena Mei al joven corpulento y de más de dos metros de altura.
Agarró a Naruto por los hombros, trató de levantarlo, pero no quiso moverse. Angus lo golpeó en el costado del abdomen y Naruto lanzó un quejido, el dolor había sido eléctrico y subió hasta sus venas como chipias de fuego con hielo. Se sacudió del dolor, Angus era un tipo mucho más alto y corpulento de lo que era él. Ponerse a pelear con aquel grandote no era una opción.
—¡VAMOS! —Angus lo vuelve a zarandear, y lo estrella contra la biblioteca como si de un muñeco de trapo se tratara.
Naruto cayó de rodillas sin que le quedaran fuerzas para defenderse. Escucho el sonido de un grito ahogado salir de la garganta de Erika.
Levantó la vista y observó a la chica escandalizada por el hilo de sangre que recorría la barbilla de Naruto. Eso bastaba para que él cogiera todas las fuerzas que le quedaban y trabajosamente se pusiera en pie, aunque casi se resbala en el pequeño charco de sangre.
Ni siquiera podía oponerse a Mei antes de que Angus lo matará o lo noqueará y algo le sucediera a la bebé. Aunque ella no cesa de gemir, actuando para los empleados del edificio. Erika permanece a su lado con los brazos encendidos, lista para proteger a su tía. Ni siquiera trata de ayudarlo.
—¡Señor Uzumaki! —grita uno de los asistentes, al llegar a la escena.
Los cuatro voltean a ver al hombre menudo y rechoncho que entraba asustado al pasillo.
—Todo está bien —responde Mei en cambio—. Naruto tuvo un problema amoroso con mi sobrina y se salió un poco de los nervios.
El hombre mira desconcertado a Naruto, pero este es incapaz de mirarlo a los ojos.
—Mister, Uzumaki, ¿eso es cierto? —pregunto el asistente, algo incrédulo. Era obvio que no se creería la explicación de Mei—. Esta todo lastimado y...
—La señora Temuri ha dicho que esta todo bien —esta vez fue Angus el guardia corpulento y enorme quien habló.
El otro hombre se apartó un par de centímetros de forma sigilosa.
—Señor...
—Estoy bien —la voz de Naruto suena hueca y rota. El mismo baja las manos y deja que una falsa sonrisa cruce su rostro—. No se que me paso. Angus solo hizo su trabajo —mira a Angus sombríamente—. No pasa nada. Lamento el escándalo.
No podía hacer más nada.
—Entiendo —el asistente de Jiraiya los mira a los cuatro al unísono y repara en Erika—. Pero... ¿una discusión amorosa con... la señorita Temuri?
Mei intercambia una mirada con Erika y asienten.
Junto a él, el joven asistente parece tan aféctado y anonado como él y sus ojos negros reflejan una pena que el ni siquiera se puede imaginar.
—¡Ah, si! —dice Mei como si se hubiera olvidado de algún cuento nuevo y asombroso—. Es una noticia que pronto sabrán todos. Pero mantente callado hasta ahora.
Y Angus le dedicó una mirada de advertencia que el joven no pasó por desapercibido.
El asistente sonrió incómodo a ambos.
—Lamentó el inoportuno encuentro. Me retiraré entonces.Una vez lejos, Angus posó una mano en el hombro de Naruto. Se despidieron de los demás empleados como si nada hubiera ocurrido y a continuación se sumergieron con la cabeza gacha en el carruaje directo a la mansión Uzumaki.
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|Latidos|
FanfictionHinata Hyuga era conocida no solo por su belleza y su extraordinario físico, sino también por su personalidad tan atrevida, lo que hacía otorgarle un asiento elevado entre las más deseas chicas de la ciudad. Le resultaba cómico ver hasta dónde era...