Capitulo 37. Vacaciones.

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La habitación era casi de dos plazas y se extendía al menos por toda la casa, resplandecía con calidez dorada que salía de casa ventana. Las luces incrustadas por el turtuoso camino de entrada relucían como una cama de estrellas en medio del crepúsculo.

—¿No te parece bonito? —dijo Hinata dándole la espalda y arrodillándose sobre el asiento de cuero negro para mirar por la ventanilla.

—Impresionante —respondió Naruto, aunque se estaba refiriendo a ella, vibraba de la emoción como una niña.

Se aferró a aquella visión, pues necesitaba comprenderla y conocer los motivos. Su felicidad era esencial para él. Era el manantial de su propia felicidad, el peso que equilibraba su balanza y que lo mantenía en pie.

Hinata lo miro por encima del hombro mientras Mikoto detenía la limusina junto a los escalones de entrada.

–¿Me estás mirando el trasero?

Naruto bajo la vista hasta su culo, tan perfectamente envuelto por los pantalones cortos que se había puesto después de regresar de la mansión Hyuga.

—Ahora que lo mencionas...

Hinata se dejó caer con un resoplido de risa.
—No tienes remedio, ¿lo sabes?

—Sí, ya sabría que no tendría cura la primera vez que me besaste.

—Estoy bastante segura de que fuiste tú quien me beso a mi.

Naruto contuvo la risa.
–¿Fue así como ocurrió?

Hinata entorno los ojos.
—Más te vale que estes de broma. Ese momento debería estar grabado a fuego en tu mente.

Naruto extendió la mano para pasarla sobre su muslo desnudo.

–¿Está grabado en la tuya? —murmuro encantando ante la idea.

—Oidme —los interrumpió Hanabi, quitándose las manos de los oídos—, no olvidéis que estoy sentada aquí.

Hanabi había estado en silencio, viendo en el periódico su dosis de chismes durante casi dos horas, pero en ningún momento habían podido olvidarse de que él estaba allí. Hanabi era una pieza fundamental en la vida de Hinata y Naruto siempre estaba encantado de aceptarla, pues era su hermana. Aunque sabía que amaba a Hinata, a veces solía ponerla en situaciones difíciles e incluso suponía un riesgo.

Ino abrió la puerta. Hinata se levantó y tomó a Boruto entre sus brazos antes de que Naruto pudiera apartar su mano.

Mina abrió la puerta de la habitación justo cuando Ino entró y Hinata ya tenía al bebé en sus brazos.

Sorprendido por el entusiasmo de su mujer, teniendo en cuenta lo poco que aguantaba a Mina la mayor parte de la veces, Naruto se quedó mirándola con curiosidad.

Hanabi se reía mientras recogía sus cosas y las metía dentro de un diminuto bolso.

–No hace falta más que olfatear un poco.

—¿perdona?

—Mina prepara unas galletas realmente buenas recubiertas de crema de pistacho. Hinata se está asegurando de que no le de ninguna a Boruto porque está demasiado pequeño para comer tanta azúcar.

Naruto tomó nota mental y miró hacia su espalda hacia las dos mujeres que estaban en el marco de la puerta, sorprendiéndolas en el momento en que intercambiaron besos en el aire antes de que ambas se vivieran para mirarlo. En ese momento, con Ino vestida con una falda nórdica que le llegaba hasta los tobillos y una blusa informal, el parecido entre Mina era un poco sorprendente.

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