"Le confieso señor, que estoy completamente enamorado de ella"
Naruto dejó de pasear con inquietud por el vestíbulo de la casa de los Hyuga y clavó su mirada en la alfombra persa que tenía bajo los pies para buscar las señales de desgaste provocadas por su incesante paseo.
Aquella maldita situación era muy frustrante. La necesidad de Hinata no disminuía y su cuerpo estaba tenso y ansioso por cualquier cosa.
En sus anteriores amoríos, él nunca había pasado la noche en compañía de sus amantes. Nunca llevaba mujeres a su casa, jamás compartía su cama ni ofrecía nada más a cambio de una utilización breve de su cuerpo.
Pero la situación con Hinata era del todo diferente. Debía forzarse a separarse de ella ahora que el maldito de Sasuke Uchiha le había dicho a su padre que no era un tipo idóneo para su hija.
Era una tortura deliciosa.
Y esa enloquecedora necesidad de estar con ella no sólo lo atormentaba en soledad. Cuando había salido al jardín reconoció al hombre que hablaba con ella, se le había parado el corazón y, después, se le había acelerado al sentir ese instinto primitivo que le instaba a proteger lo que era suyo.
Quería estar más cerca de ella, maldita sea, pero Hinata necesitaba distancia. Ella prefería dejar las cosas tal como estaban: sencillas y sin permitir que los sentimientos y las emociones lo complicaran todo. En aventuras anteriores el había estado de acuerdo con eso, pero esta vez no.
El sabía que Hinata no era inmune a sus encantos. Se entretenía mirándolo más de la cuenta cuando creía que no se daba cuenta, y cada vez que la estrechaba entre sus brazos podía sentir los latidos acelerados de su corazón contra su pecho. Se acurrucaba contra él cuando dormía y, a veces, incluso, murmuraba su nombre, cosa que dejaba entrever que el aparecía en sus sueños con la misma frecuencia con la que ella invadía los suyos.
Naruto entró en el despacho de mister Hyuga poco después del mediodía. Se hundió en el sillón de piel que había frente al escritorio y espero a que Hiashi le saludara.
—Uzumaki.
—Me siento culpable por haberle causado tantos líos, y fui yo quien estuvo con Hinata en la fiesta de antifaz —le dijo sin más preámbulos.
Los ojos plateados de su interlocutor se clavaron en su rostro.
—¿Ella está bien?
Naruto se encogió de hombros mientras retorcía el borde de su chaleco.
—A simple vista, sí —por lo demás, era incapaz de saberlo. No había podido convencerla de que hablaran. A pesar de su excelente persuasión, Hinata no le había dirigido la palabra en toda la noche—Mikoto la ha llevado de paseo esta tarde, y al llegar fue directo a su dormitorio.
Hubo un silencio.
—Señor —siguió Naruto—. Se que ya está informado de todas las cosas que han estado ocurriendo entre su hija y yo.
Hiashi alejó la silla de su enorme escritorio.
—Me han informado que desde ese mismo día, has mostrado un enorme interés por ella.
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|Latidos|
Fiksi PenggemarHinata Hyuga era conocida no solo por su belleza y su extraordinario físico, sino también por su personalidad tan atrevida, lo que hacía otorgarle un asiento elevado entre las más deseas chicas de la ciudad. Le resultaba cómico ver hasta dónde era...