Capítulo 1

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NA: Estoy usando el termino Gitano es su significado moderno de un grupo de artistas viajeros. Nadie en esta historia es Romaní.

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Viernes 13 de junio, 1986

Una chillona mujer con cara de caballo entro precipitada a la casa gritando.

– ¡Vernon! ¡Vernon, no vas a creer que desagradable chusma ha llegado a nuestro vecindario! Vernon, ¿Dónde estás? –

– Calma, calma Pet- estoy aquí ahora. ¿Dime que sucede? – Una gran bola de grasa llamada hombre bajo con fuerzas las escaleras intentando calmar los gritos de su esposa, esperando que ella no despertara a su preciado hijo. – Dudders está durmiendo la siesta. Cálmate y dime qué pasa –

Una mano huesuda subió a cubrir la boca de Petunia Dursley.

– Oh cielos, pobrecito Dudders, ¿crees que este bien? – Pregunto, su voz cargada de dulzura.

– Oh, estoy seguro de que está bien. Nos dejara saber si nos necesita. Es un niño tan bueno – Vernon Dursley se hincho de orgullo. – Ahora siéntate, Pet y dime que es lo que pasa – Guiándola hacia el sofá tomaron asiento para que ella pudiera comenzar a narrarle su historia de terror.

– ¡Oh, Vernon, es simplemente espantoso! El campo vacío al lado de la tienda de víveres, tu sabes, ¿ese donde ponen la feria cada año? – Vernon asintió y le dio una palmadita en la mano para tranquilizarla. – Cuando iba saliendo con las compras de la semana-¡oh aún están el auto! – Chillo Petunia dándose cuenta que el helado aún estaba en la cajuela del auto derritiéndose y era el favorito de su pequeño Dudley.

Dándole otra palmadita tranquilizadora Vernon se encargó del problema.

– ¡Niño! ¡Niño, ven de inmediato! –

Un pequeño niño delgado salió con cuidado de la alacena debajo de las escaleras. Paso sus manos por su alborotado cabello negro intentando acomodarlo mientras mantenía sus ojos verde posados con firmeza en el piso.

– ¿Si señor? – Respondió con su suave voz de niño de cinco años.

– Hay compras en la cajuela del auto. ¡Mételas ahora y guárdalas de inmediato! Y si intentas comerte algo... – La mano de Vernon conecto con el costado de la cabeza del niño arrogándolo al suelo, la advertencia clara.

– Sí, señor – Dijo el lastimado pequeño, poniéndose de pie y con rapidez saliendo hacia el auto. Había estado escuchando la conversación desde su alacena y no quería perderse lo que estaba sucediendo. Tomando entre sus brazos una bolsa llena de víveres de inmediato regreso a la casa.

–...y el campo estaba lleno de sus asquerosas furgonetas, carpas y casa rodantes. Vernon, ¿qué vamos a hacer? – Chillo su tía Petunia.

"¿Quién?" se preguntó el niño mientras volvía a salir. Había tres bolsas más llenas de víveres que entrar y mientras más pronto las entrara a la casa más pronto podría escuchar mejor la conversación. De verdad intentaba no ser curioso (eso solo le causaba problemas) pero no podía evitarlo. Orgulloso pensó que por lo menos ahora podía esconderlo mejor que antes.

Entró y salió una y otra vez el pequeño, jadeando bajo el esfuerzo de acarrear las pesadas bolsas de víveres. Escuchaba partes de la conversación, mayormente a su tía Petunia chillando sobre la imagen del vecindario y proteger a "Su precioso Dudders de aquellos monstruos".

El niño ahora estaba en la cocina guardando las cosas con la ayuda de un banquillo. Sus oídos se animaron ante el grito de su tío.

– ¡Fenómenos! ¡Eso es lo que son, nada más que inútiles fenómenos! –

Caravana Corazón de DragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora