Capítulo 57

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12 de abril de 1995. Reunión del Consejo de Criaturas Mágicas.

Gabriel Alec Dragonheart, de catorce años, se paró frente al Consejo de Criaturas Mágicas. Orgullosamente sostuvo su marco de 5'6" (1.70m) directamente bajo su mirada. Para esta reunión se había quitado el pañuelo en la cabeza, su cabello largo hasta la cintura, negro como la medianoche, estaba suelto enmarcando su cuerpo musculoso y elegante en suaves ondas y rizos. El rostro de Gabriel era una mezcla de suavidad y líneas claras y nítidas. Los pómulos altos y los labios carnosos y rosados ​​le daban una cualidad femenina, mientras que su mandíbula cuadrada y sus hombros anchos hacían saber que era un hombre joven. Actualmente, su gran mirada verde esmeralda estaba atrapada en el azul profundo de Voltaire. Perezosamente, Gabriel parpadeó sus largas pestañas negras, que se abrieron en abanico contra sus mejillas doradas.

– Bienvenido Gabriel, te hemos estado esperando – Saludó Voltaire alegremente.

– Gracias, concejal Voltaire; sentí que era el momento – Dijo Gabriel, su voz aún joven, pero con un toque del tenor rico que alcanzaría dentro del próximo año.

– ¿Ha pasado algo? – Preguntó una Banshee manteniendo su voz chillona lo más suave que pudo.

– Voldemort ha encontrado lo que necesita, dentro de unas pocas horas estará de vuelta en un cuerpo físico y mucho más fuerte. No puedo ver mucho más que eso. Solo un extraño hombrecito que finalmente se ha liberado de la maldición Imperius de su padre y ha ido a ayudarlo. Voldemort está enojado porque nadie parece saber dónde está, pero todo lo demás es borroso, así que no puedo detenerlo – Gabriel suspiró y se pasó las manos por el cabello.

Philip sonrió al apuesto joven.

– A veces es necesario que sucedan cosas, Gabriel. Nadie aquí espera que salves a todos o detengas todo –

Gabriel parecía dudoso. Una mujer a su izquierda se rio entre dientes; ella tenía cabello morado oscuro y ojos azul claro. Gabriel supuso que era Fay.

– Es cierto, joven; todos somos lo suficientemente mayores para entender que un ser, no importa cuán poderoso sea, no puede controlar todo en este mundo –

Gabriel sonrió a la encantadora mujer.

– Gracias, es bueno saber que de mí no se espera lo imposible –

Una risa suave se escurrió a través del grupo. Un duende resopló.

– Te das cuenta de que los humanos no tendrán la misma idea –

– Muy bien – Agregó un hombre veela. Había tantos que Gabriel había renunciado a tratar de recordar sus nombres. – ¿Cómo piensas manejarlos? –

Gabriel inclinó la cabeza hacia un lado.

– Tengo un plan, pero no estoy seguro... – Gabriel tropezó con sus palabras por el nerviosismo.

Jaroslava sonrió suavemente al joven.

– No estás seguro de si se guardarán tus secretos y no sabes cómo preguntar –

Gabriel miró al suelo, sonrojado.

– Sí –

Voltaire sonrió confiado al joven y la profecía hizo difícil recordar que Gabriel era solo un chico de catorce años.

– Te prometo que tus secretos están a salvo aquí –

Detrás de los miembros sentados se adelantó un gran dragón cobrizo y verde.

– Sí – Siseó, su voz haciendo temblar a todos.

Un unicornio blanco puro y brillante salió a continuación.

Caravana Corazón de DragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora