Capítulo 9

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Soto miró a Querubín y se limpió las últimas manchas de chocolate de la cara.

– Limpiemos aquí y luego podemos ayudar a preparar la cena – Dijo Soto mientras se levantaba.

– Está bien – Dijo Querubín saltando. Comenzó a armar los rompecabezas de metal, mientras Soto desmontaba su castillo y doblaba la tela. En solo unos minutos terminaron y caminaron hacia el círculo.

– ¿Cómo podemos ayudar?– Soto preguntó a Mudiwa y Ria quiénes eran los únicos allí.

– Hola caballeros – Saludó Ria. – Esta noche vamos a asar brochetas sobre el fuego. Voy a tener todo listo en el autobús, y Mudiwa está limpiando los cojines y prendiendo el fuego – Mudiwa gruñó su reconocimiento de esto.

– Querubín, ¿te gustaría ayudarme en la cocina? –

Querubín sonrió.

– Sí, nunca antes había comido brochetas –

– Te espera un regalo – Dijo Mudiwa. Soto se acercó al círculo y comenzó a ayudar a limpiar, sabiendo que los demás terminarían de cerrar la feria pronto.

Ria extendió su mano para que Querubín la tomara. Lo hizo sonriendo y saludó a Soto y Mudiwa mientras se dirigía al autobús pintado con escenas del océano. Ria le entregó a Querubín una bolsa de champiñones.

– ¿Puedes lavar estos y sacar el tallo? –

Querubín asintió con la cabeza y se subió al taburete que Ria había colocado frente al fregadero para él y comenzó a limpiar los champiñones.

– Perfecto. También necesitaré cebollas – Comenzó Ria mientras dejaba los artículos en el mostrador hablando tanto para sí misma como para Querubín. – Piña, pimientos creo, rojo y verde, calabacines y tofu. ¿Te va bien? – Ella preguntó.

– Estoy bien – Dijo disfrutando de su discurso distraído.

– Bien, los champiñones se ven muy bien. Está bien, ah, aquí está el tofu, tenemos tres tazones todos en una marinada diferente, y haré que el agua hierva para el cuscús y luego picaré las cebollas –

Querubín sonrió; esto era muy diferente a cocinar en la casa de sus tíos. Colocó el último de los hongos en la tabla de cortar.

– ¿Qué puedo hacer ahora? –

– ¡Eres muy rápido! – Exclamó Ria. – A continuación, lave los pimientos y los calabacines –

– Está bien – Dijo Querubín felizmente. Después de lavarlos, cortó las verduras mientras escuchaba a Ria hablar consigo misma mientras preparaba todo.

Mudiwa limpió el pozo de fuego mientras Soto empezaba a sacudir las alfombras y las almohadas. Después de unos minutos de cómodo silencio, Soto habló.

– Le di a Querubín algunos de los rompecabezas para que jugara hoy, los de metal y madera que uso para la meditación. Él los resolvió. No esperaba que lo hiciera, pero Querubín los resolvió – Sacudiendo la cabeza con incredulidad, miró a Mudiwa que ahora lo miraba fijamente.

– ¿Cómo es eso posible? Son muy complejos – Dijo Mudiwa tratando de resolver este nuevo misterio.

Mirando a Mudiwa a los ojos, dijo en voz baja:

– Querubín dijo que podía "sentir" cómo se ensamblaba el rompecabezas. Que el rompecabezas lo sabía. Lo único que puedo entender es que mi energía debe estar impresa en las piezas de las muchas veces que he desarmó los rompecabezas y luego los volvió a armar. Casi como si hubiera dejado instrucciones en ellos – Los confundidos ojos negros parecían buscar respuestas o confirmación de Mudiwa.

Caravana Corazón de DragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora