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Cerramos la puerta del cuarto del motel donde nos quedaríamos. Era un lugar algo estrecho para nosotros cuatro, tenía una cama matrimonial con un baño con todo lo básico y un pequeño televisor de antena sobre  una mesa vieja de madera con dos sillas de plástico con marcas de soda reconocidas.

Bucky con Ben somnoliento en sus brazos se acercó a la cama para recostarlo y antes de que que lo hiciera me acerque.

— No lo recuestes ahí!

— Por que?

— Es un motel. Es...asqueroso.— arrugó la nariz con disgusto.

— Deben de limpiarlas.

— Lo dudo mucho.— Digo asqueada, busco algo extra encontrando varias toallas dobladas en el baño.— Allá hay toallas, podemos recostarlos sobre ellas.

— ¡¿Estás hablando enserio?!

— Si.— digo firme para mover la colcha con una clara mueca de asco y dejarla en el suelo.—  No dejaré que duerman en esa cama donde han estado cosas que solo dios conoce.

El rodó sus ojos y va por las toallas, para después hacer malabares con Ben y tiende sobre el colchón lo mejor que pudo. Cuando termina voltea a verme.

— ¿Ahora si?

Si no estuviera adolorida hubiera acomodado de otra manera las toallas, pero finalmente acepto. El suspira y deja a Ben en ellas. Se acerca a mi para tomar a Ana y dejarla al lado de su hermano.

— Gracias.— Murmuró cuando el se aleja para quitarse la chaqueta que traía puesta, fue en ese entonces cuando noto que se encuentra en pijama todavía.

En realidad, todos nos encontrábamos así, aunque yo tenía una camisa que Sam me prestó para dormir y unos pantalones que él mismo le robo a bucky.

— ¿Por que?

— Por todo en realidad.

El deja su chaqueta en la esquina de la cama, se acerca a una mesita de noche y la deja enfrente de la puerta, sin ningún esfuerzo en lo absoluto.

— No hay nada que agradecer.

Al parecer tampoco le gustaban los agradecimientos, no le tomo importancia, supongo que así era su personalidad. Por lo que me alejo y camino hasta el baño para poder quitarme la tela de las manos.

— Oh, no.

La sangre se había secado, causando que la tela se pegará a las heridas. Quise soltarme a llorar ahí mismo.  Trato de quitármela pero dolía horriblemente.

— Déjame a mi.

Volteo de golpe encontrando a bucky con una camisa de tirantes gris dejando a relucir su cicatriz y su prótesis de metal. Trato de no verlo mucho no queriendo molestarlo.

El abre la llave del lava manos y deja correr el agua cristalina, toma mi mano y la deja bajo el chorro de agua. Ante el contacto por reflejo alejo mi mano,a herida comenzó a arder, pero el me detiene.

— Demonios.

— Será peor si no lo quitamos.

parpadeo para evitar las lágrimas y dejo que el tome mis manos. Aprieto mis dientes ante el ardor y el dolor de mi piel abierta.

En cuanto veo mis manos libre de la tela, y aprieto mis labios. La piel de ambas palmas se encontraba con una larga y profunda línea que había hecho el filo del hacha con mi piel abierta y rojiza.

Bucky me lleva hacia la mesa de la habitación y me siento en la silla mientras el buscaba varías cosas.

Cierro mis ojos con fuerza. Era grotesco y horrible. Además el dolor era insoportable, el agua había empeorado todo.

— ¿Crees que necesite puntadas?— pregunte cuando bucky se acercó y jalo la otra silla para colocarse frente a mi.

— Al parecer no.— Acerca mi mano a su rostro y sacando un algodón lo llena de alcohol para limpiar el alrededor. De nuevo mi mano se contrae por si sola ante el reflejo del dolor, y nuevamente el toma mi muñeca deteniendolo.— trataré de ser lo más cuidadoso. Pero se que dolerá demasiado.

— ¡Dios!.— exclamó cuando el ardor se incrementa como si fuera fuego vivo carcomiendo mi piel.

—¿Él...te alcanzó con el hacha?— Pregunto tras varios segundos de silencio. Supongo que en un intento de distraerme de mi agonía.

— Algo así. Yo...detuve el hacha.

Bucky se detiene con el algodón a centímetros de mi herida, tenía sus ojos abiertos y sus cejas alzadas demostrando sorpresa. Me encojo en mi asiento avergonzada.

— ¿Que hiciste que?

— Se que fue estupido, pero no tuve otra opción. Era eso o que los lastimara a ellos.— Digo viendo a los niños en la cama.—  Tenía que hacer tiempo hasta que tú o Sam llegaran.

— ¿Y si no sucedía? ?Y si no hubiéramos llegado?

Sabía a lo que se refería, si él no hubiera llegado, estaría muerta. La idea me da escalofríos  y aprieto mis labios con fuerza.

— Al menos les hubiera dado tiempo para evitar que ese idiota tocará a los niños.

— ¿Ibas a sacrificarte por ellos?

— Si.— Comento firme ante mi decisión.— No tenía otra opción.

— Si la había.!— alzó la voz pero pronto bajo su tono, tiro el algodón en la mesa y paso sus manos sobre su cabello.—  Podías esperarme a mi.

— No sabía si seguías vivo. Vi la sangre en su hacha y pensé lo peor.

— Crees que tú muerte hubiera evitado que ese hombre los lastimara?

— El iba a matarme de cualquier forma. No vi otra opción viable.

— Sin ti, esos niños perderían todo.— los apunto con su dedo índice.— Ellos te aman, crees que tu ausencia no los mataría?! Eres como su madre! Eres su todo! Si hubieras muerto yo me hubiera vuelto loco. No se cuidar niños!

Me quedo en silencio observando su frustración.

— Pues deberías aprender, por qué no se si podré sobrevivir a todo esto.— Murmuré. Era verdad, yo sabía que no podría salir ilesa de todo lo que sucedía, sería un gran milagro salir viva al final de la historia.

— No digas eso. Debes sobrevivir.

— ¿como? La única arma que he disparado es la de los vídeo juegos!— Gruño exasperada.

— Yo te enseñare.— Dijo decidido tomando de nuevo otro algodón.— Así no estarás indefensa y podrás actuar en lo problemas.

— Soy más de las de correr de los problemas.— doy un respingo ante el dolor y el rie entre dientes.

— Eso va a cambiar, lo prometo.

—Acaso en tu entrenamiento para ser vengador te enseñaron como dar clases?— Pregunto con sorna viendo que el color blanco del algodón se tornaba rojo.

— Fui sargento y he vivido lo suficiente como para saber que puedo enseñar a otros a defenderse.

Alzó ambas cejas sorprendida e intrigada, él no te iba finta de ser uno.

— Vaya. En ese caso, si tus enseñanzas no funcionan y me sucede algo, tu deberás hacerte cargo de los niños.— El niega de pronto.— Trataré de enseñarte lo básico.

— Solo voy a asustarlos.

— Lo dudo, Ben hará todo lo que tú digas y Ana es una bebé, con tal de que la alimentes y le pongas atención todo estará bien.

— No creo que sea buena idea.

— Confía en mi, llevo seis años siendo niñera y he vivido lo suficiente como para enseñarte lo básico para cuidar de niños.— Contraataque haciéndolo sonreír ladinamente.

Comenzó a vendar mi manos con cuidado y tras varios minutos asintió soltando un largo suspiro

— Perfecto entonces.— Sonrei en respuesta viéndole fijamente — Es un trato.

NO COPIAS NI ADAPTACIONES

MAJO

Hasta lo ImposibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora