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Lisa soltó un alarido cuando Wilmot la tomo del cuello con fuerza y la levanto del suelo como si fuera una simple almohada de plumas. Ella pataleo con desesperación, rasguño sus manos y brazos queriendo soltarse, pero él apretó su agarre.

— S-sueltame.

— ¿Por que haría eso?— Wilmot ladeó al cabeza con falsa inocencia y confusión.— Quizá si me lo pides por favor....

— Señor, escucho pasos.— La mujer dijo acercándose a su jefe que chasqueo la lengua irritado.

— Mila, ¿que te he dicho sobre interrumpirme cuando estoy amenazando a mis víctimas?

— Lo lamento señor.— Contestó ella sin sentirlo en lo absoluto.

Wilmot hizo una mueca, y pronto soltó a Lisa de golpe. Ella callo de rodillas en el suelo jadeando desesperada para obtener aire. El se acunclillo frente a ella posando una mirada afilada en sus ojos que la intimido al grado de no poder sostener su mirada. Wilmot sonrió, y sintió un enorme placer al escuchar el  alarido que Lisa lanzo cuando clavo sus uñas largas en su hombro con fuerza atravesando su piel, la sangre comenzó a correr rápidamente por su ropa, los ojos brillantes de aquel hombre brillaron en un verde casi eléctrico.

— Seré breve querida niña. Tu y aquel soldado de plomo me quitaron a mi hija y no descansaré hasta tenerla conmigo.

¿Hija? ¿Acaso se estaba refiriendo a Ana?-Lisa pensó de manera fugaz entre el dolor.

— No se de que estás hablando.— Musitó con dificultad, no mencionaría siquiera el nombre de la pequeña. Soltó otro alarido ante la presión en su hombro, sintiendo las uñas profundizar aún mas su piel.

— Me estás mintiendo. Y no me gusta que me mientan.— Arranco su mano del hombro de lisa de un tirón, Lisa grito y sollozo fuertemente. Cayo al suelo sintiendo la sangre correr por todo el lado izquierdo de su cuerpo.Wilmot, lamió sus dedos manchados de sangre e hizo una mueca.— He probado mejores.

— ¿Que mierda eres?— Sollozo ella temblando recargada a duras penas en la pared de su espalda. Había perdido la fuerza de su cuerpo de manera abrupta y su vista había comenzado a nublarse.

— Tu linda cabecita no lo entendería.— Limpio el resto de sangre de sus dedos en la ropa de Lisa, ella trato de alejarlo fallando ante la falta de fuerzas.Solo logro caer completamente al suelo de donde ya no pudo levantarse.

— Señor, escucharon su grito. Vienen para acá.— Mila se puso de pie acercándose a su jefe que rodó sus ojos ante la interrupción.

— Me temo que seguiremos platicando en la próxima visita.— Se puso de pie sacudiendo tierra inexistente de sus pantalones.— Fue un gusto verte querida, a la próxima traeré un vino para compartir.

— vete...a la mierda.— Ella apenas pudo pronunciar. Wilmot sonrió ante esto.

— Que casualidad, eso mismo dijo aquel soldado de plomo. Lástima que no pudo terminar la frase.— hizo un puchero con sus labios con falsa tristeza.

— Señor..

— ¡Que ya voy!— Gruño hacia Mila que ni se inmutó ante el tono amenazador. Se volteo hacia Lisa que comenzaba a perder la consciencia.— No me extrañes mucho, querida. Volveré cuando menos te lo esperes.

Y pronto de manera sorprendente, casi irreal; desaparecieron de un momento a otro o eso es lo que Lisa pudo ver, ya que su cuerpo perdió las fuerzas por completo. Su vista se perdió en algún lado de la habitación y la sangre de su hombro comenzó a bañar el suelo.

— Por favor, ayúdenme.-susurro. quiso soltar un sollozo pero esto solo hizo que el dolor se intensificara como si cientos de dagas atravesaran su cuerpo.— Por favor, James, ayúdame.

Ella pronto comenzó a perder el sentido de lo que le rodeaba, dejo de sentir dolor por unos segundos y sintió la corriente de aire que creo la puerta cuando fue abierta de golpe. Observo con dificultad una silueta que hizo aletear su frágil corazón.

— ¿James?

La puerta se abrió de golpe, justo cuando Lisa perdió contra el dolor y la falta de sangre.  Por lo que no pudo ver al guardia de turno que casi se resbala con la sangre del suelo. Al verla, casi se le salen los ojos de sus órbitas y grito a todo pulmón.

— llamen una ambulancia, ¡ahora!

El cuerpo inconsciente de Lisa fue movido con delicadeza, y una presión en la herida trato de detener la hemorragia que comenzó a empeorar cada vez más.

— ¡No te atrevas a morir!— Grito el guardia mientras veía que los ojos de la mujer estaban completamente cerrados. Desesperado comenzó a reanimarla, haciendo presión de manera constante sobre su pecho, queriendo obtener un latido constante.

NO COPIAS NI ADAPTACIONES

¡CAPÍTULOS NUEVOS, VIERNES Y SÁBADO!

MAJO

Hasta lo ImposibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora