Mientras tanto en Hogwarts...

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Pov Neville

Una vez que me despedí de mis amigos y novio, regresé a mi sala común apresurado. No fue sorprendente llegar y encontrar a un grupo de gente en medio de la habitación. Incluso no me sorprendió ver los rostros intranquilos de Weasley y Granger, estuvieron así toda la cena, y Potter... Por su expresión, podía decir que ambos le habían contado la verdad a su amigo.

"Debe ser duro..." Pensé, poniéndome en el lugar de Potter.

Ambos éramos huérfanos de padre y madre. Ambos crecimos con un familiar de uno de ellos y llegamos a Hogwarts, siendo sorteados en la misma casa que fueron anunciados ellos.

"Claramente hay destinos peores que la muerte" fue lo último que pensé, antes de que los gemelos Weasley tomaron a todos por sorpresa y lanzarán docenas de bombas fétidas en la sala común.

Agotado, decidí ir temprano a dormir. Al llegar al dormitorio fui directo a mi armario, saqué mi pijama y fui al baño a cambiarme de ropa. Cuando salí del baño, vi como Potter se iba a su cama, con un libro en manos y corría las cortinas.

No dije nada, porque no había palabras de consuelo que pudiera calmar la pena y amargura de Potter. Sólo fui a mi cama y corrí las cortinas. Pensé que podría dormir una vez que me tumbara sobre el colchón, claro está que no era el caso. Mi cabeza aún estaba volando en torno a la discusión que se generó en la sala de los menesteres. Theo era muy inteligente, podía entender que fuese muy minucioso y curioso con el tema. Todos lo eran. Pero no había formar de probar nuestras teorías, ni siquiera teníamos el poder de demostrarlo. Sólo los adultos podían inmiscuirse en el asunto y arreglarlo. Y lo más importante, la permanencia de Draco en Hogwarts estaba en juego. No podíamos inmiscuirnos en el asunto sin arrastrar a Draco al fango.

Mi mejor amigo ya tenía muchos deberes que atender, personas con quiénes tratar y problemas que resolver. Draco no necesitaba que lo cargáramos con más preocupación (aunque era él quien más les preocupaba a todos ellos).

Mis párpados empezaron a sentir pesados, lentamente cerré los ojos y me deje llevar por Morfeo. Justo cuando me quedaba profundamente dormido, escuchó unos pasos ingresar a la habitación. No le preste atención y me dejé hundirme en los mares del sueño.

A la mañana siguiente me levanté temprano. Corrí las cortinas y salí de la cama, tenía que alistarme para bajar al comedor, saludar a mi radiante novio y despedir a mi buen amigo.

-¡Eh! Neville, yo iba primero -se quejó Seamus.

-Muy lento, amigo -dije, con descaro, mientras me encerraba en el baño.

No demore mucho en asearme. Sólo me lavé el rostro, los dientes; me cambié la pijama y salí del baño. Seamus estaba esperando impaciente y a su lado estaba Dean Thomas, tan impaciente como el primero.

-¡Al fin! -dijo exasperado Seamus.

-No seas dramático, ni siquiera me he demorado una hora, a lo mucho quince a veinte minutos -Seamus bufó y se encerró en el baño.

Suspiré y salí del dormitorio.

No era un secreto que me llevaba más o menos con los miembros de mi casa. Había gente que me trataba bien, algunos me señalaban como un traidor, otros me trataban con indiferencia, y otros me trataban simplemente como un compañero.

Usualmente regresaría en estas fechas a mi hogar, para visitar a mis padres a San Mungo, pero últimamente la relación con mi abuela ha sido tensa. Por mucho que la quisiera, odiaba que siempre terminaba gritándome por la clase de amigos que tenía y lo avergonzados que estarían mis padres si lo supieran. Ella podía decir todo lo que quisiera, pero no podía meter a mis padres y señalar a mis amigos como futuros mortifagos. Por eso no regresaba a casa y me quedaba en Hogwarts, quería estar en paz.

Draco Malfoy y el mundo mágico IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora