El Llamado de la Sangre II

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Pov Draco

Al terminar el desayuno, nos levantamos de la mesa y caminamos en silencio hasta el vestíbulo.

Papá me sujetaba firmemente de la mano. La tensión en su agarre, me hacía saber que no estaba del todo cómodo con la situación.

-Draco -Nos detuvimos afuera de la puerta del hotel. El señor Fudge se adelantó a llamar a un taxi mágico, mientras papá se detenía a hablar conmigo antes de partir-, ya hemos hablado, cariño -. Su pálida mano se posó en mi mejilla. Sus ojos plateados me miraron preocupados y algo sentido -. Quiero que te quedes en la habitación del hotel, Draco - asentí. Papá respiró hondo -. Llamaras a servicio solo para tomar el almuerzo y, si demoró mucho, la cena. Trataré de llegar lo antes posible, Draco, pero sabes que no puedo prometer nada.

-Lo entiendo, papá.

Papá me miró complacido, iba a decir algo más, pero el señor Fudge llamo a papá.

Él miró de reojo al señor Fudge y luego me miró a mí. Posó una de sus manos en mi hombro y me dio un suave apretón. Se dio media vuelta y se alejó rápidamente de mí.

-Nos vemos más tarde, Draco -Papá se apresuró a bajar las escaleras y abordar el vehículo mágico.

Papá me miró una última vez desde la ventanilla del taxi.

El viento sopló, agitando suavemente mi larga melena. Una sensación angustiosa se instaló en mi pecho.

No era un niño pequeño, espiritualmente, pero cada vez que veía la espalda de mi papá alejarse, tenía ganas de detenerlo y decirle que se quedará a mi lado.

Quizás se deba a los recuerdos de mi vida pasada. Crecí sujetando la mano de mi primer padre hasta los doce años. Nunca se me ocurrió, o paso por mi inocente cabeza que él nos dejaría. Estábamos a la deriva, Brandon estaba a la deriva y yo confundida. Christopher, era un hombre-niño, quien asumió los deberes y responsabilidades de cuidar a dos niños y trabajar para proveer a la familia.

La vida realmente era una perra, pero así era.

Dando vuelta, caminé hacia el interior del edificio. El botones me abrió la puerta de vidrio, le di un pequeño asentimiento en forma de agradecimiento y seguí hasta llegar al frente del ascensor. Iba a presionar el botón, cuando las puertas metálicas se abrieron y casi chocó con una persona mayor.

-Oh... Lo siento -dije, mirando hacia el anciano. Era un hombre alto, muy alto, de hombros anchos y aspecto severo. Sus ojos azules eran fríos, más fríos que el polo norte y percibí cierto aroma agrio y metálico.

Fue aterrador, porque el hombre tenía una mirada inexpresiva. Me hacía acordar a un general, un militar, un asesino o un mafioso. Era un depredador que tenía su mirada fija en su próxima presa.

-Uh-hum... -Me hice a un lado para que el hombre y compañía salieran del ascensor.

El hombre mayor, salió; aún no retiraba su mirada y estaba empezando a sentirme incómodo y asustado. Para aligerar la presión sobre mi persona, bajé dócilmente la cabeza y vi tres pares de zapatos de cuero oscuro.

Los tres pares de zapatos, eran de hombre.

Pronto sentí otro par de ojos sobre mi persona. Esto empezaba a inquietarme, la presión que ejercían, era asfixiante. ¡Quería que salieran, ya! Del ascensor. Quería subir y apresurarme a la habitación.

Cuando el ascensor estuvo vacío, me apresure al interior. Alcé mi mano nerviosamente y presioné el botón del piso en el que me hospedaba. Respiré hondo, alcé la mirada y vi tres pares de ojos, dos pares azules y un par...

Draco Malfoy y el mundo mágico IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora