Draco Malfoy y el mundo mágico II

Castillo de Naipes

Pov Lucius

Me sorprendí bastante cuando llegamos al ministerio mágico de Atenas, un grupo de funcionarios ya nos esperaba en la sala de migraciones. Había varios agentes de seguridad y guardias imperiales.

Tan pronto cruzamos el umbral, todos ellos hicieron una reverencia. Narcissa se inquieto a mi lado.

-Bienvenido a Atenas, Lord Malfoy -no sabía quién era el anciano que vestía túnicas blancas, pero su aspecto elegante indicaba que era alguien de alto rango.

-Es un gusto, señores -dije solemne -. He sido invocado al palacio imperial por el emperador Velaryon.

-En efecto, lo esperábamos - respondió el anciano -, si me permite. Su majestad imperial envío a su guardia para que lo escoltaran al palacio -. Quería hacer una mueca de incomodidad pero me trague mis emociones.

-Estare a su cuidado, mi estimado...

-Soy el primer ministro de magia de Atenas, Eugenius Constantine - asentí, bastante asombrado que el mismo primer ministro de magia me recibiera -. Bueno, no lo retengo más.... -el ministro retrocedió varios pasos y la guardia imperial avanzó.

-Lord Malfoy -saludo uno de ellos, parecía ser el comandante de toda la guardia -, estaré a su servicio. Por favor permítame guiarlo hasta su carruaje.

-Claro...

Los guardias imperiales nos rodearon, el comandante iba adelante guiándonos por el ministerio. Narcissa y yo nos incomodamos cuando vimos a varios funcionarios y trabajadores, inclinándose hacia nosotros como si fuéramos de la realeza.

La gente no dejaba de mirarnos, o mejor dicho, de mirarme. Había susurros y miradas de asombro.

Cuando salimos del ministerio, una series de flashes saltaron de improviso. Narcissa se agarró fuerte de mi mano, nos dimos apoyo mutuo mientras los paparazzi y la prensa nos rodeaba. La guardia imperial en todo momento nos protegió de los extraños, los agentes de seguridad del ministerio nos abrieron camino para abordar el carruaje que esperaba.

Cuando la compuerta se cerró, Narcissa se relajo un poco. Aún así, estaba ansioso por mi próximo destino.

El carruaje echo a andar, pronto abandonamos el lugar lleno de paparazzis y periodistas. Abrí un poco la cortina del carruaje y vi la ciudad de Atenas... Todo era majestuoso, los edificios y las casas, todo parecía salido de un cuento histórico. El arte se reflejaba en cada lugar de la plaza. La gente incluso parecía más agraciada y los puestos comerciales estaban abarrotados.

-Disfruta de la vista, mi Lord -preguntó el comandante de la guardia imperial. Me sorprendí porque estaban montando un pegaso.

-Es... Impresionante -dije sincero. Londres no se veía tan majestuoso y lleno de vida como Atenas.

-Me alegro que le guste, su majestad esperaba que se sintiera como en casa cuando llegara a la ciudad -dijo el comandante con una sonrisa.

-Disculpe si sueno grosero -dije algo inquieto por el recibimiento -, pero ¿Por que había tantos periodistas y paparazzis?

-oh... Eso -el comandante se encogió de hombros -, al parecer hubo una fuga de información del palacio y la prensa se enteró que el sobrino del emperador vendría a la ciudad.

-¡Qué! -Narcissa se sobresaltó.

-No se preocupe, su majestad imperial ya se encargó de expulsar a los espías del palacio - informó el comandante -. Aún falta para llegar a la ciudad Imperial de Atenas.

-¿Ciudad imperial? -pregunte extrañado.

-Si, si se asoma por la ventana del carruaje podrá ver que en la sima de toda la ciudad, hay una gran parcela de tierra que se alza con grandes muros de piedra y el palacio en lo más alto de la capital -. Me asome tal cual como dije el comandante. Entre nubes oscuras y vientos cálidos, pude ver una gran montaña alzándose sobre toda la ciudad, grandes muros de piedra blanca se alzaban alrededor y se podía ver el gran castillo resplandeciendo en piedra blancas y tejados oscuros.