Planes Secretos antes de Navidad

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-Ya es tarde... -Aida se levantó de su silla y camino hasta el balcón.

El pabellón TaiLong era exquisito y muy rico. Uno de los pocos restaurantes de alta gama de la calle japon. La gente era muy animada por esta zona, había una variedad de productos orientales, vestidos, joyas y comida. Aída tenía un especial gusto por los dulces chinos y la comida. A menudo venia por esta zona para comer con sus hermanos o solo visitar al viejo Xue, el padrino de su padre.

Mientras veía a la gente pasear por la animada calle. El anciano Xue ingreso a la habitación junto a dos empleados del restaurante. Uno de los empleados llevaba un carrito con pequeñas meriendas y una pequeña tetera llena de té de loto junto con dos tazas para servir té. El otro empleado cargaba en sus fornidos brazos un instrumento musical chino.

-Déjalo ahí, muchacho -señalo una esquina de la habitación para que dejaran el instrumento apoyado en la pared -. Sirve el té y luego pones la tetera en el centro

Aida se percató que el anciano Xue había llegado. Volvió al interior de la habitación. El anciano al verla, sonrió cariñoso. Aída hizo una breve reverencia.

Era costumbre en china siempre saludar a los mayores y guardar respetos.

-Pueden retirarse, muchachos -El anciano Xue hizo un gesto vago para que se retiraran los empleados. Una vez a solas, Aída se acercó a la mesa y se sentó en la silla. El anciano Xue se sentó frente a ella, sus ojos como fénix la observaron y soltó una pequeña risita. -El tiempo ha pasado, pero sigo viéndote igual que siempre.

-A igual se refiere... -Aida no creía que el anciano Xue quisiera ofenderla.

-Los conocí a los tres siendo unos bebés -el anciano Xue tomo un sorbo de su té. Aida tomo la taza caliente entre sus manos, llevó el borde a sus labios y bebió poco de la dulce esencia -. Tú en especial, tienes ciertos rasgos inocentes que no han desaparecido. Christopher se ha vuelto todo un hombre y Brandon ya no tiene sus rasgos inocentes, pero tú... Cada vez que te veo, siento que sigo viendo a la misma niña que veía con Sebastián, a pedir dulces y llamarme abuelo.

Aida sintió que su cara se enrojecía. Las palabras del anciano Xue le hicieron acordar su infancia, cuando era niña y venía a comer al pabellón TaiLong, a menudo iba corriendo hacia el anciano Xue, lo abrazaba, le besaba la mejilla y le decía abuelo. Los trabajadores siempre la miraron extraño, cuando fue creciendo se dio cuenta que su acto fue algo descortés y vergonzoso.

-Sí, creo que fue un acto muy descortés en ese entonces -Aida río nerviosa. El anciano Xue negó gentilmente.

-para nada. Fue una gran alegría -dijo sincero el anciano Xue -. Este anciano tiene hijos, pero ambos están en el extranjero, mis nietos están junto con sus padres y la mayoría de ellos tienen en el olvido a este anciano. Tú y tus hermanos son la poca familia que se acuerdan de este anciano y vienen a visitar el solitario pabellón.

-No diga tonterías, señor Xue. Su sobrino está a su lado, más bien le agradezco en nombre de mis hermanos y el mío, por acogernos como miembros de su familia -agradeció Aida, un poco conmovida por las palabras del anciano Xue.

El anciano río y luego continúo con la charla:

-Hace unos días me llamo tu hermano -comento el anciano Xue. Aída le puso atención -. Me dijo que recientemente has perdido tu trabajo, ¿ocurrió algo? Me acuerdo que hace un mes me dijiste que posiblemente te ascenderian de puesto, estabas tan contenta que te comiste varios pasteles de loto, llamaste a tus hermanos y los tres cenaron en el pabellón.

Draco Malfoy y el mundo mágico IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora