El Boggart y los juegos de Destino

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El tiempo había pasando volando. Estábamos a mitad de la clase de pociones, cuando escuchamos un estallido. Spungen una vez más la había fregado y Severus le estaba llamando la atención.

Los leones se veían satisfechos con ver a Carl Spungen hacer el ridículo en clases, mientras las serpientes ignoraban todo el drama y dejaban que nuestro jefe de casa se vengara por nosotros, por todas las estupideces y babosadas que hacía el niño.

Vincent y Gregory estaban a mi lado, ayudándome con las raíces de margarita.

Severus paso por nuestro lado y me observó con ojo crítico. Trate de pelar el higo seco con una sola mano pero la maldita fruta se deslizaba por la superficie plana de la mesa. Vincent cogió el higo y lo pelo.

Unas mesas más adelante, estaban Neville y Theo. Ambos trabajaban en sus calderos, Theo le estaba dando unas indicaciones a Neville para que su poción saliera perfecta. Severus paso por la mesa de trabajo de mis dos amigos, se vio satisfecho por el trabajo de ambos.

-¡Naranja, Zabini! -exclamó incrédulo Severus, levantando un poco con el cucharón y vertiéndolo en el caldero, todo el mundo veía el primer error de Blaise -¡Naranja! Dime, muchacho, ¿Te has caído de la cama? O ¿En que demonios estabas pensando?

Severus debe haberse levantado de mal humor. Blaise estaba respirando hondo para no perder los estribos. Mire a Pansy, quien estaba tan sorprendida como yo.

-Por favor, profesor... -dijo Granger -puedo ayudar a Zabini a arreglarlo...

-No recuerdo haberle pedido que presuma, señorita Granger -dijo Severus fríamente.

Granger se puso colorada mientras Blaise arrugaba el entrecejo. En vez de estar molesto por los gritos de Severus, se molestó porque Granger ofreció amablemente ayudarlo.

"Bueno... Nadie le dijo a Granger que Blaise necesita ayuda"

-Zabini, quiero ver esa poción bien hecha para el final de la clase.

Blaise parecía estar contando hasta mil en su mente. Severus se alejó y siguió verificando el resto de los calderos.

Mientras estaba trabajando en mi caldero, no pude evitar escuchar una conversación ajena.

-Eh, Harry -dijo Seamus Finnigan, quien de inclinó a coger prestada la balanza de bronce de Potter -¿Has oído? El profeta de esta mañana asegura que han visto a Sirius Black

-¿Dónde? -preguntaron a la vez Potter y Weasley. Trate de concentrarme en mi caldero, incluso Vincent y Gregory se veían atraídos por la conversación.

-No muy lejos de aquí -dijo Finnigan, quien se escuchaba emocionado -lo ha visto una muggle. Por supuesto, ella no entendía realmente. Los muggles piensan que es sólo un criminal común y corriente, ¿Verdad? El caso es que telefoneó a la línea directa. Pero cuando llegaron los del ministerio de magia, ya se había ido.

-No muy lejos de aquí... -dijo Weasley

-¿Qué, Spungen? ¿Se te perdió algo?

"Ah... Parece que no somos los únicos que escuchábamos"

-¿Pensando en atrapar a Black tú solo, Potter?

-exactamente -dijo Potter

No me sorprendía mucho que Potter respondiera a la provocación de Spungen. Es por ese tipo de cosas que el niño no me gustaba. Se metía en problemas por voluntad propia.

-Desde luego, yo ya habría hecho algo. No estaría en el cole como un chico bueno. Saldría a buscarlo.

-¿De qué hablas, Spungen? -dijo Weasley

Draco Malfoy y el mundo mágico IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora