Visiones y Anuncios

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Pov Remus

- atención alumnos. Ahora tendremos un nuevo estudiante

Lo habían cambiado de colegio. Ahora está era su realidad, iba a estar el resto de su vida escolar en una estatal.

- Pasa - llamó el profesor desde el interior del salón.

Cogió la manecilla de la puerta y la giro. Dio un paso dentro del aula. Solo había chicos, ni una chica, y todos esos chicos tenían caras de matones, chicos nacidos en los barrios bajos y salidos de un reformatorio.

-Un gusto, espero llevarme bien con todos -se abstuvo de decir su nombre. Pues las miradas lo estaban juzgando.

-Bien, entonces te sentaras -el profesor habló sin gran interés en la presentación -Al fondo, al fondo hay una carpeta vacía.

Veo al fondo del aula. Hay una carpeta vacía, justo adelante de la puerta de salida de la parte trasera. Al lado había otra ocupada por un chico que estaba desparramado sobre la carpeta, apenas se podía ver su revoltoso cabello oscuro.

-Bien.

"Desde cuando soy así?"

Ya no era tan expresivo. Ahora siempre frío e indiferente.

Fue al fondo del aula y se sentó en la última carpeta. El profesor se volvió a centrar en el tema de hoy día, miró de reojo al chico sentado a su lado, escuchaba unos ronquidos. Suspiró. Dejó su mochila a un lado, saco un cuaderno y lapicero.

Miró hacia la pizarra, donde el profesor ya estaba apuntando el tema. Pero miró brevemente a su alrededor, había chicos que le miraban y algunos se susurraban al oído.

"No será un año fácil" pensó amargo

La alarma del reloj sonó.

Abrí los ojos, cansado, la alarma seguía sonando y yo apenas me había levantado. Alargue mi brazo y alcance el reloj, presione el botón para apagar la alarma y dejé el aparato en el velador.

-demonios... -la última transformación fue terrible. El cuerpo me dolía como un infierno y las visiones a cortaban mis horas de sueño.

Al menos esta vez no fue una pesadilla.

Me levanté de la cama y fui al baño a ducharme.

Dentro de la ducha sentí que estaba en una especie bruma, flotando, me dio un fuerte mareo y me apoye en las baldosas frías.

Cerré los ojos, un destello de luz me cegó.

Tres meses... Aunque su vida no es aburrida en la estatal, hay muchos grupos de matones.

La mayoría de mi salón es indiferente conmigo; después de todo, yo era el chico rico. Algunos se me acercaban para jugarme bromas pesadas y había otros que solo les gustaba lanzar insultos al azar.

En estos tres meses, aprendí que era mejor ignorar al resto y centrarme en cumplir mis horas de estudio. La primera vez que reaccioné, me terminaron dando una paliza entre cinco personas.

Tristemente salí perdiendo y me llevaron a dirección.

No hubo justicia alguna y solo me castigaron por algo que no hice.

Así era la ley en esta escuela. La ley del más fuerte. Si quería vengarme de esos malditos, debía tener conexiones o amigos entre los matones. Pero nadie se me quiere acercar y las buenas ovejas del rebaño me tenían miedo por mi mirada.

Draco Malfoy y el mundo mágico IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora