CAPITULO 33: Palabras que quiebran.
Aleisha.
Mi cabeza retumba y el dolor es desesperante, mi cerebro parece que está siendo taladrado de la manera más sádica y cruel, me giro y ese solo movimiento hace que me duela hasta la última fibra de mi cuerpo, y lo peor pasa cuando ruedo al suelo golpeándome la frente. Alcanzo el aparato que suena indicándome que ya es hora de levantarme y lo lanzo contra la pared callándolo para siempre en el acto. Trato de incorporarme y siento mi estomago volcarse cuando la arcada inminente saca el vómito que cae en la alfombra de mi habitación.
La puerta se abre y veo a mamá entrar preocupada, se arrodilla a mi lado tomándome el rostro y a penas la miro, le aparto la mirada cuando sus ojos azules idénticos a los míos brillan con decepción.
Me ayuda a levantarme sin decir nada, me lleva al baño y me mete bajo la ducha, se moja cuando me ayuda a desnudarme. No tengo idea de cómo llegue a la casa, y no entiendo cómo es que no recuerdo nada, nunca me pongo así al pasarme de tragos, lo único que hay en mi mente es cuando venía acostada en la parte trasera del suv de papá, donde vomite más de una vez en el trayecto hasta la casa. Cuando llegamos no me dijo nada, me dejo en la habitación y se fue, y ahí me dormí sin siquiera darme cuenta.
Prácticamente es mi mamá la que me baña, ya que me siento tan débil que no me puedo mover, me envuelve en una toalla y me encamina hacia la cama, busca la secadora y hace algo por mi cabello, y a mi mente vienen imagines de cuando era una niña.
Cuando mi cabello está arreglado, se va al armario y saca mi uniforme dejándolo a mi lado en la cama.
—Vístete y baja a desayunar— su voz sale dura, pero al menos me alegro de que haya dicho algo—No vas a faltar a la escuela.
—Ok.
Sale sin decir más y hago lo que me dijo, mi cabeza duele demasiado, siento que se me va a estallar en cualquier momento y juro que no tomare más en mi vida. La ira sigue corriendo por mis venas y es algo que el alcohol no pudo apagar, tengo rabia, me siento como una adicta en medio de un proceso de abstinencia, y de verdad puedo afirmar cuando dicen que la peor droga de un ser humano, es otro ser humano.
Y mi droga se llama Hardin Petrov, nunca pensé que lo extrañaría como lo hago, y odio a esa Melody por interponerse entre nosotros.
Me visto rápido para que no se me haga tarde, pongo algo de maquillaje en mi rostro para no tener este aspecto tan deplorable. Tomo mis cosas y salgo de la habitación, el dolor me mata cada vez que camino, pero me lo aguanto.
Mis hermanos desayunan en la cocina y veo a mis padres en el jardín, papá lee el periódico y mamá tiene una taza de café en sus manos al cual le da un pequeño sorbo.
—Estas jodida— suelta Aiden dándole un mordisco a su tostada.
—No la molestes— dice Adrik y no puedo evitar mirarlo sorprendida.
Los miro a ambos guardando cada detalle del rostro de mis hermanos en mi mente, tal vez mis padres me den en adopción o me boten a la calle y esta sea la última vez que los vea. Recuerdo cuando nacieron y le rogaba a mamá que me dejara cargarlo a los dos juntos, parecen trillizos cuando están junto a papá, tres gotas idénticas.
—Se que soy hermoso, pero deja de mirarme así— dice Aiden y me rio de su comentario y doy un beso en la palma de mi mano antes de lanzárselo a ambos.
Salgo a exterior para afrontar mi destino, cuando me echen a la calle espero que mi abuela me reciba en Estados Unidos, o que el abuelo Dimitri y la abuela Rebekah no me den la espalda, aunque tal vez debería quedarme aquí en Londres y buscar un trabajo, pero ¿de qué voy a trabajar si no se hacer nada?
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Sweet Boy
Teen FictionHardin siempre quería hacer lo correcto, era un chico tímido, tierno, dulce... Aleisha jugaba a ser la dueña de todo que a ella la rodeaba, vanidosa, caprichosa, hermosa...creyéndose siempre el centro del universo, en especial del universo de Hardin...