Capítulo 49

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CAPITULO 49: Sokolov.

Aleisha.

Doy vueltas y vueltas en la cama, me tiene hastiada el encierro y vivir todo el día acostada, me pongo de pie caminando en círculos dentro de las cuatro paredes de mi habitación en Rusia, a pesar de que tengo mucha ropa y la calefacción esta encendida, el frio se cuela y si me quejaba de las bajas temperaturas de Londres, esto no tiene comparación. Voy hasta la ventana y me siento en el espacio mirando los copos caer, unos niños juegan abajo lanzándose nieve y por instinto llevo mi mano a mi vientre.

—A ti como que no te va a gustar jugar— murmuro despacio—Tal vez serás como tu tío Adrik.

El pequeño Alek Dominik aun no me ha concedido el placer de moverse, ni cuando le dije que llevaría el nombre de su abuelo, es muy tímido o muy holgazán, una de esas dos, pero por más cosas que he hecho no se ha movido. El otro día hizo algo que no se si cuenta como movimiento ya que a penas lo sentí, pero se desplazó despacio y solo unos centímetros y fue porque prácticamente lo obligué. Estoy tranquila porque papá me revisa todas las semanas y todo está en orden, pero me desespera que no se mueva.

En cuanto supe que sería varón me di a la tarea de buscar nombre, el bebé no va a nacer y le pondré lo primero que me llegue a la mente, no. Como tengo mucho tiempo libre hice varias listas, pero al final mamá menciono Alek y pues me gustó, tiene un bonito significado y no quería romper la tradición de mi madre al tener la A como inicial y pues no tengo que mencionar porque le pondré Dominik como segundo nombre. Mi papá es increíble, y aunque es un gruñón a veces, lo adoro con locura.

—Cariño— la puerta se abre mostrándome a mi abuela que entra con una taza humeante— Te traje chocolate caliente— me dice sonriente, no sé si mi lado alegre lo saqué a mi mamá o a mi abuela.

—¿Con leche?

—Claro que, con leche, se lo que le gusta a mi nieta— se acerca dándome un beso antes de tenderme la taza. Han pasado algunas semanas desde navidad, mis padres se fueron, pero prometieron venir cada cinco días, cosa que no veo necesaria, pero no les puedo discutir, hace unos días tuve una crisis hipertensa, pasé la noche con mis abuelos en el hospital, aunque no fue mucho lo que duraron mis padres en volar hasta acá, sé que es peligroso tener ese tipo de subidas en la presión, y más en mi estado, pero justo ahora me siento bien, y me tratan como que soy una convaleciente. Así que la paso con mis abuelos aquí encerrada, al abuelo solo lo veo cuando salgo de mi habitación ya que él no es de invadir la privacidad ajena, a diferencia de mi abuela que entra hasta sin tocar, pero no me molesta, ella me alegra los días con sus ocurrencias—Quería avisarte que voy a salir, iré a comprar algunas cosas, ¿quieres que te traiga algo?

—Abuela, llévame— me pongo de pie juntando mis manos en suplica—Por favor, es lo único que te pido, me voy a morir de aburrimiento.

—Aleisha, mi amor, sabes que no puedes, debes estar en reposo.

—Pero me siento bien, abuelita— le hago un puchero y pongo ojitos de cachorrito apaleado.

—Lo sé, pero no te puedo llevar, tu papá me mata.

—¿Estoy presa?

—Hasta que nazca mi bisnieto, si— me da un beso en la frente y se marcha. Agg, estoy cansada de este encierro, entiendo que es por mi bien, pero eso no quita que me harte. Me devuelvo a la ventana con mi taza con chocolate con leche, me doy el primer trago sintiendo mi cuerpo calentarse, alcanzo mi bolsa de golosinas y me las empiezo a atiborrar como una cerda, he engordado un poco más de lo justo desde que estoy aquí, mi abuela me hace comer como loca, y afortunadamente mi estomago recibe con gusto todo lo que me llevo a la boca, mamá me dice que he sido bendecida, ya que no he tenido ningún tipo de malestar tipo náuseas y eso, lo de la preeclamsia y la anemia es algo que se sale de los planes, pero de los síntomas normales del embarazo nunca tuve nada.

Sweet Boy Donde viven las historias. Descúbrelo ahora