Capítulo 48

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En multimedia: Sweet Boy- Chevy

CAPITULO 48: Conexión.

Hardin.

La brisa se siente fría, hay mucha luz en el lugar y aun así no me puedo ubicar, no se donde estoy ni a donde voy, solo avanzo en línea recta por un camino verde y soleado. Los sonidos de las aves inundan el lugar, ¿Estoy un bosque? No lo sé, no parece ser eso. Mariposas vuelan a mi alrededor, el lugar es muy pacifico, pero no siento calma en mí, tengo miedo, no me gusta esta sensación, me siento perdido, y necesito saber dónde estoy.

Sigo caminado, escucho algo que suena como... ¿agua? Avanzo más rápido y el sonido del agua corriendo se hace mas fuerte. Las aves empiezan a cantar vigor, el ruido se vuelve más impetuoso, tanto del agua como de las aves y mi cabeza empieza a doler y las nauseas se vuelven hacer presente, hacia dos días que ya no las sentía. Quiero vomitar, pero el lugar es hermoso, no quiero mancharlo, pero... no lo retengo, las arcadas me atacan y caigo de rodillas expulsando solamente agua, el dolor me comprime el estómago, me quedo ahí unos segundos cuando el vómito cesa, no tengo fuerzas para ponerme de pie y una suave voz inunda mis oídos entonando una dulce melodía, conozco esa voz y conozco esa canción. Levanto la vista y hasta ahora me doy cuenta, estoy en el lago y frente al agua esta ella...

— Sweet as néctar, honey suckle you make every thing so fun, oh, boy. My sweet boy— Aleisha canta mirando hacia el lago, tiene un largo vestido liso azul, muy sencillo para alguien como ella, el cabello lo trae suelto despeinado y este cae a su espalda, es ella, pero algo diferente.

—Aleisha— murmuro despacio, se gira y si... es ella, es su rostro, sus ojos me miran y me sonríe enseguida antes de levantarse rápido y venir hacia a mí.

—Hardin— trato de incorporarme, pero no puedo, me siento muy débil—Viniste— se arrodilla y toma mi rostro entre sus manos.

—¿Qué hacemos aquí? — pregunto sin dejar de mirarla, insisto en que se ve muy diferente.

—Es el lago, tonto, nos gustó venir aquí— arregla mis cejas, no me gusta cuando hace eso, me parece muy fraternal—¿Estas bien?

¿Estoy bien? Creo que sí, todo el malestar que sentía se disipo en cuanto se acercó a mí.

—Si— vuelve a sonreírme y su mueve hacia mis piernas donde se sienta abrazándome.

—Te extrañé tanto, pensé que no volverías nunca.

—También te extrañe mucho— se acerca para besarme, pero me aparto rápido—Acabo de vomitar.

—Aja, no me quieres besar— cruza sus brazos sobre su pecho y sonrío llevando un mechón de su cabello detrás de su oreja, se ve algo pálida, como si tuviera meses sin tomar el sol.

—Claro que sí, muero por hacerlo, pero acabo de vomitar, creo que estoy enfermo— me mira y enreda sus manos en mi cabello plantado sus labios con rapidez sobre los míos.

—No estas enfermo— le acaricio el rostro embelesado, es tan hermosa, no la puedo dejar de mirar.

—¿Cómo sabes? Llevo mucho tiempo sintiéndome mal, tal vez vaya a morir pronto— rueda los ojos, pero luego explota en carcajadas que son como un bálsamo para mi alma.

—¿Cómo lo sé? — lleva su dedo a su barbilla como si estuviera pensando— Tu y yo somos uno solo, mi Hardincito.

Dios, la amo tanto, no creo en mi vida poder amar a alguien tanto como a ella, daría hasta lo que no tengo con tal de tenerla siempre así, en mis brazos como justo ahora, mía.

—Espera, me voy a enjuagar la boca, ahora si te quiero besar.

—Eso si me interesa— me rodea con sus brazos.

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