~Stephanie~
Con cada paso que doy, el dolor de mi herida se incrementa, pero no me podría importar menos. ¿Qué importa sufrir físicamente cuando mi herida emocional es tan profunda que es imposible de cerrar?
Ha pasado una semana. Una semana desde que obligué a Sarah a dejar el cadáver de Nick detrás nuestro, desde que tuve que arrastrarla por el oscuro camino del bosque hasta escondernos dentro de un árbol hueco. Una semana desde que Nick dejó de formar parte de nuestras vidas.
No entiendo como una persona puede existir y al cabo de un segundo desaparecer. Supongo que luego de tantas desgracias debería empezar a comprenderlo, pero sencillamente no puedo. No puedo entender que la muerte es una etapa más de nuestro trayecto. Porque no es justo. No es justo que Neumann siga vivo, mientras Nick es un conjunto de carne y huesos inmóvil en medio de una jungla. No es justo que mi padre siga respirando mientras Tony y Remi son cuerpos bajo tierra. Es imposible controlar a la muerte, ella nos elige. Su trabajo es arrebatarnos lo más preciado que tenemos; la vida, y no le importa tu edad ni lugar de origen. Apaga el interruptor que nos hace quienes somos, dejando un cuerpo que tan sólo actuaba de envoltorio.
Sé cómo se siente, cómo te afecta de una manera extraña, como si tu cerebro intentara protegerte de la realidad, pero en el fondo sabes lo que ha sucedido. Esa persona ya dió su último aliento. Y nunca volverás a verla.
La luz del Sol baña nuestros cuerpos y le brinda un aspecto vívido al verde de la vegetación. No parece adecuado; la muerte Nick merece una eternidad de tormenta y oscuridad.
Arrastro mis pies por la hierba, sin rumbo fijo. El amargo sabor de los frutos me obliga a fruncir el ceño, pero continúo masticando. Si quiero curarme, debo alimentarme.
No puedo dejar de rememorar la escena. Repito cada suceso con detalle. Es como si mi mente no quisiera dejar de recordar esos momentos, como si quisiera decirme algo. Lo odio. Es agotador.
—Steph, ¿no quieres sentarte? —La voz dulce de Alex se oye detrás mío. Me volteo con lentitud para mirarlo a los ojos; su color negro carbón es penetrante. Esboza una media sonrisa.
—Estoy bien, gracias —respondo simplemente.
—Si quieres te ayudo... No me imagino el dolor de tu herida.
Le dedico una sonrisa y niego con la cabeza.
—En serio, no hace falta.
Asiente levemente y me observa de arriba a abajo. No parece estar triste por lo que ha sucedido, sino que furioso; por las chipas de sus ojos; por como aprieta sus puños cuando duerme; por la vena que palpita en su frente.
Sarah no hace otra cosa que dormir, o aunque sea pretender que lo hace, cazar y alimentarse. Su vista siempre está perdida, ausente. Rechaza nuestra compañía y toma largos caminos que duran horas, en los que sólo merodea. Conserva sus sollozos para liberarlos por las noches, cuando piensa que dormimos; como si el insomnio no fuera un virus que nos ha contagiado a todos.
Con Philip sucede algo similar; sus ojos, hinchados de tanto refregarlos, están constantemente húmedos, pero sus lágrimas nunca llegan a producirse. Nick era el pegamento que nos mantenía unidos; sus chistes, su sarcasmo. Todo ha desaparecido. Y lo único que nos ha quedado es un hueco imposible de llenar.
Me entristece saber que el grupo nunca volverá a ser el mismo. Y no sólo por la ausencia de Nicholas, sino que también por lo que Sarah descubrió.
Apoyo mi espalda contra un árbol y observo la situación. Phil aplasta hojas resecas de un árbol muerto, mientras observa el suelo. Su rubio cabello alborotado cubre su frente.
ESTÁS LEYENDO
Una Prisión Infinita (Eslabones de Sangre #1)
Science FictionSu mayor deseo se convirtió en su peor pesadilla. La oportunidad de salvar sus vidas las ha arruinado por completo. El mundo se encuentra dividido: un Imperio liderado por un hombre perverso, y una Nación hecha estragos a causa de un virus que arr...