Capítulo 47

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~Philip~

La noche es tan profunda que con tan sólo dar un paso en las inmensas tinieblas podríamos perdernos. La oscuridad cae sobre nosotros como un manto que nos protege. La Luna, cubierta por las densas nubes grises, emite una luz fantasmal que apenas logra iluminar. Se siente como si estuviéramos en un cementerio.

La gélida brisa secó las lágrimas que afloraban los ojos del adolescente. La lluvia se estampaba contra el paraguas. El joven se arrodillo frente a la lápida de su difunta madre, y depositó una flor blanca sobre esta.

—Feliz cumpleaños —susurro—. Nada es lo mismo sin tí, mamá.

Acarició la piedra, y se volteó, para perderse en el laberinto de árboles y tumbas ocultas.

Los troncos secos que forman la fogata improvisada se han tornado blancos, y las débiles llamas restantes apenas logran emitir el calor suficiente para que mi cuerpo no tiemble. La luz anaranjada forma halos que rodean las pupilas de Stephanie, quien me observa con detenimiento.

—¿Crees que Alex...?

Sé lo que me quiere preguntar incluso antes de que termine de hablar.

—No creo que nadie sea...

—¿Y si plantaron el dispositivo para dividirnos? ¿Y si fue todo una farsa y nadie nos está traicionando? —responde—. ¿Y si todo lo que Sarah hizo fue exactamente lo que ellos querían? ¿Y si Nick murió por caer en su trampa? —Las preguntas escapan de sus labios, y no se detiene ni un momento.

Nick ha muerto. Aún no puedo creerlo. Se siente horrible. Como si gran parte de la felicidad hubiera sido evaporada. Nunca fuimos muy cercanos. Pero me importaba. Claro que me importaba. Todos forman parte de mi vida de alguna manera. No quiero creer que entre uno de nosotros hay alguien de quien deberíamos desconfiar.

Apoyo los codos sobre la tierra y cierro los ojos. Un rastro de dolor permanece en mi hombro desde que escapamos del edificio, pero no es nada que no pueda soportar; por lo menos sigo con vida. «No como Nicholas. No como Emma» dice una voz lejana en mi mente.

La gélida brisa hace que nuestros cuerpos se estremezcan. Froto mis brazos y me acerco aún más a la fogata. Stephanie me imita, y arrima las rodillas a su pecho. Con un furtivo movimiento de manos, las llamaradas que componen la lumbre acrecentan su fulgor, y el calor nos abraza.

El calor de las cobijas abrazó al niño, quien finalmente soltaba las lágrimas que tanto había retenido. La bebé dormía a su lado, y su pequeñita mano apretaba el dedo índice de su hermano. Philip ya sentía culpa; sabía lo que había visto, pero tal vez era una alucinación, y los policías tenían razón. De ser así, la niña que dormía junto a él corría peligro, pero su hermano nunca la abandonaría, sin importar el riesgo.

"¿Puedo acercarme?" dice la voz de Alex en mi mente. Lo dudo por una fracción de segundo, pero asiento con la cabeza.

Se sienta frente a nosotros, colocando las palmas de sus manos a unos centímetros del fuego.

—¿Qué haremos? —pregunta con voz ronca.

Muerdo mi labio inferior, dubitativo. El futuro que nos depara el destino es un camino incierto. Escapar de esta tortura es imposible, y se han llevado la vida de uno de nosotros para demostrarlo. Pero vivir en la jungla por siempre no es una opción; si queremos evitar que nos capturen, debemos trasladarnos.

—¿Tú tienes alguna idea? —respondo a su pregunta con otra. Suelta un resoplido, y apoya la mejilla sobre su puño.

—No, pero tal vez... —Se voltea y observa la penumbra de la arboleda.

Una Prisión Infinita (Eslabones de Sangre #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora