Capítulo 54

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~Philip~

El agotamiento apenas me permite separar los párpados. La desorientación nubla mis pensamientos «¿Dónde mierda estoy? ¿Dónde está Steph?». Giro mi cabeza a un lado y, en el momento en que el agua salada se infiltra en mi boca, lo recuerdo; la barrera de hielo, el maremoto, la devastadora ola.

La costa está tan lejos que me resulta imposible creer que el tsunami haya sido capaz de recorrer tanta distancia. El agua del océano continúa atizando contra los árboles y piedras, pero, de alguna manera, he logrado refugiarme detrás de una colina. Escombros de la montaña caen a causa del terremoto, y son arrastrados por el líquido que ha inundado la tierra a mi alrededor.

Las prendas de ropa que me cubren se adhieren a mi cuerpo y un penetrante dolor de cabeza palpita contra mis sienes. Con el mayor esfuerzo que puedo reunir me incorporo, ayudándome del tronco de un árbol, pero una ola colisiona contra mi espalda y me tambaleo hacia atrás. Mi mejilla se estampa contra la raíz de un árbol. La corteza de la madera se incrusta en mi pómulo, y la sangre se desliza por mi rostro hasta teñir el agua a mi alrededor.

Maldigo para mis adentros y escudriño el sitio que me rodea, en busca de algo que me lleve a Steph y Sarah. Clavo las uñas en la tierra hasta que el barro se adentra en ellas y me mantengo estático durante unos segundos, esperando que el sismo se apacigüe.

Finalmente, cuando los temblores cesan, aprovecho el poco tiempo que dispongo, y emprendo mi camino, intentando combatir al cansancio que amenaza con sumirme en la inconsciencia. Arrastro los pies por el agua hasta que mis músculos se agarrotan y las pocas energías de las que disponía se agotan. El deseo de sentarme y dejarme llevar por el líquido me conquistan, pero no puedo detenerme. Debo encontrarlas.

Otra ola me tumba al suelo, y por unos segundos, considero la idea de quedarme allí, echado en las sucias aguas, mientras los fenómenos naturales se hacen cargo de mi, pero luego la imagen de Stephanie viene a mi cabeza y me obligo a ponerme de pie.

Restriego los ojos con el dorso de mi mano, intentando vislumbrar a qué sitio me ha arrastrado el impacto del tsunami, pero sólo logro que mis córneas ardan con mayor intensidad. La impotencia y fatiga hacen que una lágrima se desliza por mi mejilla, la cual se combina con la sangre de mi herida, hasta caer al suelo y ser una gota más de la enorme inundación.

"Eres uno más Philip" dijo la señora Satō "No te tratarán diferente"

El niño de cabello desmarañado posó sus ojos húmedos en la cálida mirada de la mujer, y retuvo las lágrimas que querían deslizarse por sus mejillas.

"Sí lo harán. Está en las noticias. Está en todos lados. Y es MENTIRA".

Cuando el grito escapó de su garganta, su voz se quebró, y lo único que Phil pudo hacer, fue encerrarse en el dormitorio que le habían brindado el señor y la señora Sato. Se hizo un ovillo en la esquina de la habitación, y pensó en todas las mentiras, o tal vez verdades, por las que la gente ahora lo conocería.

Respiro profundamente, y alzo la mirada. No puedo rendirme ahora. No cuando todavía quedan dos personas que soy capaz de salvar. Comienzo a correr sin rumbo alguno; el agua a mi alrededor se congela, permitiéndome caminar sobre una superficie sólida, y avanzo a toda velocidad. El suelo rígido bajo mis pies se siente tan relajante, que siento como si pudiera correr decenas de kilómetros. A través del translúcido material, puedo ver las consecuencias de las catástrofes naturales; grietas rompen la árida tierra, y el agua de los maremotos se infiltra en las aberturas, humedeciendo el interior de la isla. Finalmente, me atrevo a dirigir la mirada hacia la costa; la intensidad de las olas ya no alcanza la zona de la jungla en la que me encuentro, pero unos kilómetros más adelante, el agua arrasa con todo en su paso. «Por favor no estén allí» ruego para mis adentros.

Una Prisión Infinita (Eslabones de Sangre #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora