Capítulo 16

89 10 44
                                    

~Sarah~

Mi dedo se desliza sobre la superficie de mármol que cubre la alacena, y un cartel rojo se proyecta sobre esta.

Alacena al 12% de capacidad. Comida al límite. Preservar alimentos.

—No puedo creerlo —suelta Nicholas—. ¿No podrían llenarse solas, como es lo usual? ¿Por qué tenemos que residir en un lugar tan antiguo?

Escudriño el sitio a mi alrededor. La calidad de los hologramas y el material de construcción parecen ser de hace unos 100 años.

—No exageres —digo—. En algún momento nos darán más comida. Pero es culpa de alguien que la alacena tenga tan baja capacidad.

El joven no responde, y mira el fondo del cajón apesadumbrado. Tomo una manzana y Nick me observa con una mueca de desagrado.

—¿Quién en su sano juicio comería una manzana por gusto?

Volteo los ojos y le doy un mordisco a la fruta. Nos encaminamos hacia la sala de estar.

Aunque mi mirada intenta concentrarse en otra cosa, no puedo evitar observar a Alexander, quien está haciendo ejercicio. Se encuentra recostado sobre una colchoneta que ha confeccionado a partir de la funda de su almohada. El sudor que empapa su torso desnudo hace brillar su piel, y unos holgados pantalones cubren sus piernas; no me molesta el espectáculo.

—¿Alguna vez dejarás de hacer ejercicio? —pregunta Nicholas.

—Déjalo —digo.

—Bueno... —suelta Nick mientras se estira y bosteza—, voy a dormir una siestita.

El chico se incorpora y despeina mi cabello con una mano. Gira sobre sus talones, y se encierra en su dormitorio, mientras tararea una canción.

Le doy otro mordisco a la manzana, y me concentro en Alex nuevamente. Este se pone de pie, y sin siquiera mirarme, se dirige hacia el cuarto de baño. «Genial. Soy invisible». Al cabo de unos segundos, puedo oír el el chapoteo del agua al caer.

Me acurruco sobre el apoyabrazos del sillón, y mis dedos juguetean con el dije metálico en forma de «S». El sosiego agudiza mi audición; las voces de Philip y Stephanie, provenientes del dormitorio de Alex, se mezclan con los ronquidos de Nicholas. «¿Por qué no voy a mi dormitorio?». El sonido de las gotas de agua golpeando contra el fondo de la bañera continúa.

Al cabo de unos minutos, el crujido de la puerta del baño me sobresalta. Alex sale del baño, arrastrando una nube de vapor consigo. Densas gotas de agua se deslizan por su torso hasta perderse en la tela de sus pantalones. Su mano derecha despeina su cabello húmedo.

Nuestros ojos se encuentran y sus iris resplandecen como la luz de la Luna. Me dedica una sonrisa pícara y se dirige hacia la cocina.

"¿Vienes?"

Sigo sus pasos, y cierra la puerta detrás nuestro. Apoyo mi espalda sobre la pared, y Alex comienza a beber de una botella de agua.

¿Estabas esperándome Honey?"

—Claro que no —miento—. Estaba... ideando maneras de escapar. —Esa excusa ya se está volviendo antigua.

—Ya... —El tatuaje que todos llevamos en la cara interior de la muñeca es particularmente oscuro sobre la piel de Alex. Su mirada se pierde en la distancia.

—Alex... —digo, sacándolo de su trance—. ¿En qué estabas pensando?

—Más bien en quién... —farfulla.

—¿Qué? —chillo, y me dan ganas de abofetearme.

—Nada —responde con una sonrisa ladeada.

Una Prisión Infinita (Eslabones de Sangre #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora