Capítulo 48

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~2 de Noviembre~


6:21 A.M.

Me molieron a golpes hace exactamente siete días; una semana desde que me forzaron a observar el fragmento del futuro. Todavía no logro comprender qué hacía ese soldado corriendo junto al resto de los jóvenes que carecían de un rostro definido. No entiendo qué tiene que ver ese guardia conmigo, con mi poder.

Sin embargo, el pensamiento que no ha podido escapar de mi mente es: ¿Por qué Akira se arriesgó para salvarme? Si hubiese sido a la inversa, ¿la habría ayudado?

10:52 P.M.

"Gracias" susurré en ese momento, observando a la mujer de ojos rasgados. Sus ojos marrones se fijaron en los míos, y sus pupilas resplandecían con un fulgor extraño, reflejando una emoción similar a la confusión.

Sus piernas, cubiertas por un mugriento pantalón de algodón, se balanceaban en el borde de la cama. Sus labios se separaron, como si quisiera comunicarse conmigo, pero el temor cruzó su mirada, y su boca se cerró abruptamente. Mi único deseo era que ella hable conmigo, pero Akira parecía no querer compartir sus pensamientos.

Entonces, le hice una pregunta. "¿Te lastimaron?".

"No" susurró con voz débil.

"¿Por qué me defendiste?" continué con el interrogatorio. Podrían haberla lastimado, pero ella eligió colocarse entre el cuerpo robusto del uniformado y yo.

Dirigí mi mirada hacia ella; sus ojos vagaban por la celda, perdidos en la distancia, como si estuviese soñando despierta. Los mechones negros de su lacio cabello caían sobre sus hombros, contrastando con la palidez de su piel. Dubitativa, mordió su labio inferior, hasta que la presión de sus dientes torno la piel de su boca de un color blanco.

"Te estaban lastimando" fue su respuesta. Tal vez ya había visto sufrir a alguien.

"¿Crees que tú familia está buscándote?" continué. Y ella respiró profundamente. Era un tema sensible, pero, al fin y al cabo, ¿qué no lo era? ¿Cómo sé si crucé la línea cuando está se ha borrado con cada lágrima que derramé? ¿Cómo puedo saber cuándo detenerme, si las marcas que ellos dejaron en mí son cicatrices imborrables que han difuminado mi realidad?

"Estoy segura de que mi padre nunca parará de buscarme" le dije, pues no recibí respuesta alguna.

Su ceño se frunció, como si no comprendiera a lo que me refería. Quería seguir hablando; estaba harta de tanto silencio, de una compañía solitaria.

"¿Extrañas tu vida antes de toda esta mierda?"

Su frente estaba tan arrugada como una pasa de uva y sus ojos perdidos en en la nada misma. Sin embargo, para mi sorpresa, exclamó un débil "sí".

No era tonta, sabía que no quería hablar conmigo, que no le apetecía o simplemente no le caía bien, pero la necesidad de hacer algo productivo me carcomía por dentro. Me sentía una inútil, sin hacer nada durante 7 meses, como una oruga que espera incansablemente a convertirse en mariposa. Quería ser libre, pero para eso debía poner mis ideas en orden. Debía pensar en un plan, y cuánto más tardará, la metamorfosis tendría menos probabilidad de suceder, y moriría sin la posibilidad de agitar mis alas.

"¿Por qué no escapamos? ¿Por qué no nos libramos de los monstruos que nos tienen encerradas?"

Ella no respondió. Me aproximé a su cama y me senté en el borde del rígido colchón, observándo sus ojos con detenimiento.

"Akira, ¿cómo es que no te urge contraatacar? Nos arrebataron de nuestras familias. Nos torturaron. Nada de esto es normal. Son unos hijos de puta. Y debemos defendernos. Si es que queremos ser libres, tenemos que actuar".

En ese momento, la única luz proveniente de la placa lumínica se apagó.

"¿Qué pas...? había comenzado a preguntar, pero mi lengua se trabó y nunca pude terminar de formular las palabras.

La habitación ya no estaba a oscuras. La joven a mi lado irradiaba una luz violeta, tan cegadora que solo podía distinguir la silueta de su cuerpo.

Retrocedí unos pasos mientras la llamaba, pero una vez más, no obtuve respuesta. Protegí mis ojos con una mano, mientras intentaba acercarme, pero era como si una fuerza magnética me impidiera avanzar. Mis pantorrillas chocaron con el borde de mi cama, y la luz fue intensificando su fulgor hasta que la pequeña celda no era más que eso; luz. Tuve que cerrar los ojos con fuerza, pero en vez de sumirme en la oscuridad, vislumbré un destello blanquecino, pues el resplandor que alumbraba el pequeño calabozo era tan intenso que ni siquiera mis párpados podían protegerme de él.

Una sensación de angustia formó un nudo en mi pecho, que me impedía respirar. Sentía que me había vuelto loca. Que estaba viendo la luz al final del túnel. Que estaba alucinando. Pero mi cordura estaba intacta; tan solo era la realidad golpeándome.

De repente, el fulgor se exterminó por completo, y la oscuridad provocada por la ausencia de iluminación, irrumpió en la celda. El profundo contraste me provocó un intenso mareo, y caí en el delgado colchón de la cama. Estaba sola. Akira había desaparecido por completo.

Levanté la mirada hacia el techo y divisé las lámparas. Estaban destrozadas.

Una Prisión Infinita (Eslabones de Sangre #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora