Capítulo 11

84 15 39
                                    

~Alexander~

Mis pies se deslizan por el gastado suelo de madera hasta llegar al sillón; su superficie de cuero negro brilla bajo la luz de la sala, y los almohadones se encuentran aplastados de tanto que nos hemos sentado en ellos. Me desplomo sobre el asiento, y apoyo mis manos sobre el material rugoso, depositando el cuadrado de cristal a mi lado.

Respiro profundamente, pero el oxígeno que está encerrado en estas cuatro paredes no se asemeja al del exterior. Necesito salir de aquí, pero sé que sólo puedo hacerlo con ellos.

Giro el anillo de titanio negro que rodea mi dedo medio. Tamborileo sobre el cuero, y observo la espalda de Philip. Una remera gris cubre su cuerpo, y marca el contorno de los músculos de sus brazos. Su mano derecha se apoya sobre la pared de concreto, y la puerta de madera en frente suyo se abre con lentitud. Honey, vestida con el mismo camisón celeste de todas las noches, observa a Philip mientras restriega sus ojos somnolientos.

—Lo siento... ¿estaban durmiendo?

Stephanie aparece detrás de Sarah, y sus ojos verdes se fijan en el chico.

—Nunca dormimos. ¿Qué sucede?

—Emm... quería saber si... Alex estaba hurgando en la habitación y encontró un ajedrez. ¿Quieren jugar?

—No —dice Stephanie.

—Sí —exclama Sarah.

—¿Por qué no, Steph? —pregunta Philip, mientras Sarah se aproxima hacia mí.

La joven de cabello dorado se sienta en el otro extremo del sillón, y me dedica una sonrisa pequeña.

—¿Cómo es que encontraron un ajedrez? —pregunta.

—Estaba escondido en un hueco del armario. Supongo que querían que lo encontráramos. —Me encojo de hombros—. Por lo menos es algo de diversión aquí, ya me estaba aburriendo como un hongo.

La joven suelta una risita. La conversación de Stephanie y Philip detrás nuestro apenas puede oírse.

—Yo también. Ya son... ¿cuatro meses y medio? No puedo creerlo... —Suelta un suspiro.

—Por lo menos aquí nos han dado una casa, y no una maldita celda.

—Están tratando de sobornarnos —dice con seguridad—. Quieren que nos unamos a su ejército, y están intentando demostrar que, si aceptamos su oferta, nos brindarán lujos. Pero nada reemplazará a nuestras familias; nunca lucharé con los secuestradores.

Muerdo mi labio inferior, y asiento levemente con la cabeza.

—Puedo caminar sola, gracias. —Oigo el mascullo de Steph, quien aparta la mano de Phil de su muñeca y se aproxima a nosotros. Se sienta en una de las sillas, que rodean la mesa de cristal.

—Entonces, ¿torneo de ajedrez? —dice Sarah, mientras apoya su mano sobre el rectángulo de vidrio que se encuentra entre nosotros. La superficie transparente es reemplazada por un conjunto de cuadrados blancos y negros, y treinta y dos figuras son proyectadas sobre los casilleros.

—Yo no jugaré —masculla Stephanie.

—¿Por qué? —pregunto.

—Es ridículo que estando secuestrados y aprisionados, nos pongamos a jugar a un puto juego. Tendríamos que estar ideando una forma de escapar o descubrir cuáles son nuestras habilidades. No estamos en unas malditas vacaciones.

—Pero... —comienza Sarah.

—No trates de discutir —Philip niega con la cabeza. Sus codos se apoyan sobre el vidrio del mueble, y me dedica una mirada.

Una Prisión Infinita (Eslabones de Sangre #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora