Capítulo 17

65 11 9
                                    

~Philip~


Stephanie ha abierto sus ojos por primera vez en cuatro días.

La niña no abría los ojos, y nunca lo haría.

«No está muerta» continúo repitiéndome.

Estaba tan acostumbrado a la muerte, que no podía entenderlo. Estaba viva.

Según la única conversación que ha tenido con Sarah, no recuerda nada de lo sucedido. Es por eso que estoy evitando que vea a Nicholas a toda costa; su rostro es una calamidad, a pesar de que se está recuperando lentamente.

Con pasos ligeros, me aproximo hacia su dormitorio. Espío por la rendija de la puerta entreabierta; su mirada se mantiene fija en el techo. Me adentro en la habitación y me siento en un lado de su cama. No se da cuenta que estoy aquí, hasta que tomo su mano. El calor emitido por esta es sorprendente.

—Phil —susurra con esfuerzo.

—¿Si?

—Lo recuerdo. El fuego, Sarah, los soldados. —Su rostro no muestra expresión alguna, pero la temperatura de la palma de su mano aumenta—. Maté a los soldados. Los maté.

—Ellos nos torturaron. —digo—. Tan sólo te vengaste. Y defendiste a Sarah. Eres una heroína.

Sonríe débilmente por unos segundos. Pero el gesto desaparece, y sus ojos se abren de par en par.

Comienza a caminar, y cada paso parece drenar su energía; se desplomará en cualquier momento. Frunce el rostro, y ejerce presión sobre sus sienes.

—Steph...

—Soy un monstruo. —Su voz se entrecorta. Sus piernas flaquean, pero continúa caminando en círculos.

—No podías controlarte, no fue tu culpa. Nicholas lo sabe. Estabas tratando de salvarnos.

—Sí podía controlarme. Tengo que hacerlo, sino mataré a alguien la próxima vez. No pienso seguir así. Soy un desastre.

Sus palabras parecen llamas que me carcomen lentamente. Pero no es fuego. Es culpa. Remordimiento. Furia. Tristeza. Odio.

Había asesinado a su hermana. No había vuelta atrás. No había culpa suficiente. No había castigo que igualará el daño que había hecho. No había redención.

—¿Philip? —La mano de Stephanie pasa por delante de mi vista.

Trago saliva, conteniendo los gritos y lágrimas que amenazan con salir al exterior.

Las lágrimas eran trozos de su alma; fragmentos de su interior, hechos trizas.

—L-lo siento. Estaba pensando —«En lo repugnante que soy».

Frunce el ceño durante unos segundos.

—¿Qué había en esa caja? —cambia de tema.

—Gracias por recordarme —respondo apresurado y tomo su muñeca, impulsándola hacia afuera. Nicholas va a asesinarme.

Abro la puerta del dormitorio. Como era de esperar, el chico se aguarda detrás de ella, con los brazos cruzados sobre su pecho. Me dedica una mirada amenazante; las quemaduras que recorren su rostro parecen ser aún más profundas.

El desamparo era tan profundo, que se sentía como ahogarse en un océano sin fin. Un océano de oscuridad y culpa. De asesinato y remordimiento.

—¿Nick qué haces aquí? —dice Stephanie y se libra de mi agarre violentamente. Ahoga un grito y lleva las manos a su boca—. Lo-lo siento —tartamudea. Mira a su alrededor y sus pupilas se contraen.

Una Prisión Infinita (Eslabones de Sangre #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora