Una Prisión Infinita (Eslabones de Sangre #1)

Capítulo 2

~Philip~

Soy un monstruo. Me merezco cada segundo encerrado en esta mierda de celda. Mis brazos tiemblan mientras abrazan mi cuerpo, tratando de controlarme. La habitación permanece helada, y la escarcha pinta sus paredes. Estoy desnudo, tirado en una esquina, intentando no caer en el precipicio, porque si lo hago, no hay vuelta atrás.

La felicidad había sido reemplazada por la culpa. El amor por el sufrimiento.

Pienso constantemente en rendirme; la vida es inútil sin alguien que te acompañe en el camino, y yo estoy completamente solo hace mucho tiempo. El recuerdo es como un cuchillo que perfora mis órganos a cada segundo.

Un cuerpo solitario. La muerte en el aire. Las lágrimas en el suelo. El frío en su alma.

Sin embargo, todavía me queda un rastro de esperanza para seguir viviendo. Se lo debo a Emma, a mi pequeña leona; debo seguir luchando por ella.

De pronto, la puerta que me priva de mi libertad se abre, y un hombre, vestido con un uniforme de guerra, se aproxima a mí.

El niño caminó por el prado, y divisó los pelotones de soldados en la distancia.

—¿Quiénes son? —le pregunto al hombre.

—El futuro —respondió.

—Levántate —me ordena. A través de los pequeños agujeros de su máscara, puedo distinguir unos ojos que me observan con repugnancia. Como si fuera un parásito invasor.

Parásito; ocho letras; una simple palabra. Algo muy similar a él.

Incluso aunque tuviera la voluntad, mi cuerpo no responde, y mi boca tampoco puede pronunciar las palabras. Los ásperos dedos del guardia rodean mi nuca, y se aferran a ella con fuerza.

La mano del joven se posó sobre el cuello de la niña; las palpitaciones de su corazón se habían esfumado.

Las uñas del uniformado se incrustan en la piel de mi cuello, y tiran de mí hasta que las puntas de mis pies descalzos se separan del suelo. Soy arrojado hacia el otro lado de la celda, y cuando mi cabeza golpea el frío suelo de piedra, la temperatura se eleva.

Tal vez morir era la mejor opción. Porque eso no era vivir.

Mis pulmones no son capaces de conseguir oxígeno, y mi vista se torna negra. Lo último que puedo recordar son las firmes manos del soldado, levantándome, como si fuera tan liviano como una pluma.

Nota de los autores: ¡Acá va el capítulo dos¡ Van conociendo a los personajes 🥰🥰