Una Prisión Infinita (Eslabones de Sangre #1)

Capítulo 23

~Sarah~

—Un pájaro —grito exaltada—. Un-un ¿águila?

Nicholas sacude la cabeza, mientras agita los brazos con torpeza. Aunque intento buscarle un significado a los extraños movimientos que está haciendo, no puedo entenderlo. Tampoco ayuda que en el equipo seamos sólo él y yo.

Su garganta emite un graznido.

—No valen los sonidos —interviene Steph.

—Ni que sirviera de mucho —espeto.

—No seas mala. Se nota claramente que es un Tiranosaurio Rex —bromea Alex.

—¡Tiempo! —anuncia Phil con una sonrisa.

Nicholas hunde los hombros y camina pesadamente hacia el sillón. Se desploma en él y se cruza de brazos, indignado.

—¿Es broma, Sarah? —dice seriamente—. Estaba imitando a un castor.

Pongo los ojos en blanco y me echo hacia atrás, mientras observo a Alex. «Sus ojos negros. Sus labios suaves. Su mandíbula áspera. Sus manos sobre mí cintura. Mis piernas sobre las suyas» no puedo dejar de pensar en él. Cuando imagino volver a besarlo mi corazón se acelera; deseo volver a sentir su cuerpo pegado al mío.

—¡¿Un castor?! ¿Es en serio? —exclama entre carcajadas, alejándome de mis pensamientos.

—Los castores son los roedores, te aviso —dice Phil mientras levanta las cejas.

—Pero yo no juego así. Hago una cosa por cada letra. Eso era una cigüeña para la ce de castor —responde, y me preocupa que justo en este momento no esté bromeando—. Es obvio. Para la a, haría un árbol, para la ese, sueñ..

—Espera, espera —interrumpe Alex—. Así no se juega a las charadas —asegura con una sonrisa, y dirige su mirada hacia mí furtivamente.

El ceño de Nicholas se frunce.

—Bueno, ve tú si eres tan listo. —Se defiende—. Pero debes hacer lo que yo te diga.

—Adelante —lo desafía Alex.

Nicholas se aproxima al joven, y susurra algo a su oído. El chico de ojos negros asiente con la cabeza, y esboza una media sonrisa.

—Phil, Steph, atentos. Debemos mostrarle a Nicholas que él es el tonto, y no nosotros.

Tamborileo con los dedos sobre mis muslos, y observo expectante, hasta que la próxima ronda del juego comienza. Alex se pone de pie frente a mí. Una remera blanca aprieta sus músculos, y deja ver el contorno de su cuerpo. Sus extremidades comienzan a moverse, pero no puedo identificar lo que está haciendo.

Stephanie suelta un bufido, y pone los ojos en blanco. Dirijo mi mirada hacia Alex nuevamente; un destello cruza sus iris, y la joven a mi lado se retuerce.

—Mmmm, rinoceronte —masculla.

Alex sacude la cabeza con una sonrisa.

—Lo sé, lo sé —interviene Phil—. Un robot tipo Harold... del año ¿54? Teníamos de esos en la biblioteca de la Universidad. Mi hermanita solía...

Baja la mirada, y nunca termina la oración. Stephanie separa los labios, y desliza una mano por la superficie del sillón hasta llegar a la de Philip. Sus dedos se entrelazan, y Stephanie arrima sus labios al oído del chico. Un susurro incomprensible es emitido por su garganta, y las comisuras de los labios del joven se alzan levemente.

Nicholas se levanta de un salto, desconcertado.

—¡¿Qué co-cómo...?! —grita—. Me rindo, es increíble —agrega mientras se retira de la habitación.