~2 de noviembre~
11:58 P.M
Akira no ha vuelto. Mi ansiedad y preocupación aumentan. Las sirenas son tan fuertes que me marean. Mi labio sangra de tanto que lo he mordido.
¿Qué pasó con Akira? ¿Ella también tiene habilidades? ¿Por qué desapareció? ¿Qué carajo le hicieron los idiotas de los guardias? Necesito respuestas inmediatamente.
Pero lo único que sucedió no fue la desaparición de mi compañera de celda. En el transcurso de las últimas horas, han pasado tantas cosas que no soy capaz de comprenderlo. En un principio oí pasos muy cerca de mi puerta. Su retumbido marcaba un sonido constante, parecido al de una canción. Regulares. Perfectos. De seres no humanos. De soldados.
Lo único que esperaba era que Akira volviera. No sé por qué me importa; tal vez es porque puedo notar que el sufrimiento en sus ojos es similar al mío. Sin embargo, no estoy segura, porque nunca me contó nada, y yo tampoco a ella.
Bueno, volviendo a lo que estaba relatando, los soldados repletaban los pasillos delante de mi puerta. Unas alarmas repetían las palabras «Código azul» una y otra vez. Pero mi puerta nunca se abrió, sino que algo que nunca habría imaginado ocurrió.
De un momento al otro, los ruidos cesaron. El rejunte de pasos, alarmas, gritos y disparos se esfumó. Y sentí tal alivio que sonreí. Es muy triste; mi única sonrisa en el desamparo de este maldito calabozo fue a causa del silencio.
El sosiego me alertó. Mi mirada observaba el reloj una y otra vez; mi adicción al tiempo se había vuelto obsesiva, como si todo dependiera de los segundos y los minutos. Pero los hologramas numéricos se habían congelado; el artefacto permanecía inmóvil y los segundos sin transcurrir. Sentí la urgencia de buscar mi diario, pero no podía moverme. Y tan sólo oí una voz distante. Unos pasos. Y luego de unos minutos, el alboroto volvió. Y el tiempo volvió a la normalidad.
12:12 A.M.
Recin termino la tortura. Un sufrimiento inimaginable, mucho peor que las garras metálicas del brazalete. El padecimiento había sido causado por un pitido interminable que penetró mis oídos, hasta que el dolor de mis tímpanos se hizo tan fuerte que apenas podía respirar.
Sin embargo, el dolor no fue la única consecuencia. El futuro se apoderó de mi mente. Difuminó la realidad. Me mostró cosas sin sentido. Y dolió como la mierda.
En la primera visión vislumbre algo totalmente desconocido: un rostro de una mujer adulta. Su tez oscura resaltaba su rizado cabello. El marrón de sus ojos brillaba tras las luces de las cámaras, y los trazos negros de su maquillaje delineaban el contorno de sus párpados. Una cicatriz recorría su rostro desde su sien izquierda hasta el lado derecho de su mandíbula. Miles de personas la rodeaban, haciéndole preguntas.
—Hemos declarado el comienzo de la Segunda Guerra Pangéica
Sus rostros se alargaron y los colores que los componían se mezclaron hasta formar una especie de pasta oscura, para más tarde convertirse en un nuevo escenario.
El mismo edificio en el que me encuentro encerrada hace meses, pero a su vez completamente diferente. Los trozos de escombro y las partículas de polvo caracterizaban el desamparado sitio, e incluso la luz había abandonado el complejo, sumiéndolo en una oscuridad absoluta. Una tierra seca y muerta servía de sostén para las ruinas grisáceas, que parecían no haber estado en contacto con la vida humana por demasiado tiempo.
La visión se derritió como cera y dió lugar a algo nuevo. Una imágen nítida.
Un joven adentrándose en las profundidades de un océano negro. Escombros flotando sobre el agua. Un brillo en el interior del mar. La mano del hombre encerrando el antebrazo pálido de una mujer inconsciente. Él nadando hacia arriba.
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Una Prisión Infinita (Eslabones de Sangre #1)
Ficção CientíficaSu mayor deseo se convirtió en su peor pesadilla. La oportunidad de salvar sus vidas las ha arruinado por completo. El mundo se encuentra dividido: un Imperio liderado por un hombre perverso, y una Nación hecha estragos a causa de un virus que arr...