Capítulo 52

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~Stephanie~

Incluso aunque los seres humanos hayamos dejado de ser presa hace miles de años, el instinto de supervivencia todavía aguarda dormido en nuestro interior. Nos obliga a despejar nuestra mente cuando necesitamos luchar y defendernos. Alerta cada célula de nuestros cuerpos. Por más que tratemos de diferenciarnos del resto de los animales, tan sólo somos una especie más. Preparada para contraatacar cuando sea necesario o correr cuando nos hemos quedado sin opciones.

La adrenalina no es ilimitada. Nuestros cuerpos no son contenedores infinitos de energía. Nuestras mentes no están capacitadas para esto. Pero tenemos una ventaja: nuestros poderes. Lo que ellos hicieron desafía todas las leyes de la física existentes; somos un experimento.

Sigue sin entrar en mi cabeza. Ellos me cambiaron. Soy capaz de controlar el fuego. Es ridículo pensarlo, pero es la realidad, y debo aprovecharla; utilizar su máximo potencial para salir de aquí. «¿Es eso en realidad lo que quieres hacer?» No lo sé. Pensar en que allí afuera me aguarda algo más, me aterroriza, porque siento que esta isla es lo único que queda en pie. Es imposible que el mundo siga funcionando normalmente, que las agujas del reloj continúen moviéndose. Mi cerebro tiene la errada sensación de que todo lo que sucedió es reversible, como si estuviera experimentando una película. Pero todo lo que pasó ya no tiene vuelta atrás. Tengo que aceptarlo y seguir adelante. Tengo que salir de aquí.

Mis pies pisan el lodo mientras observo el fondo del río. Hemos roto el cristal, y el agua brota a manantiales sobre el pasillo subterráneo. Las sirenas son tan fuertes que aturden mis oídos, aún estando aquí fuera, y aunque mi mente intenta encontrarle una explicación a lo que acaba de suceder, no lo logra.

Trago saliva, y esta se asemeja a lija dentro de mi garganta.

—¡¿Qué mierda hacemos ahora?! —Las palabras salen de mi boca a gritos. Mi mirada no se mueve ni un milímetro. Los pensamientos se transforman en furia, y está se canaliza en mi cabello, hastaconvertirse en intensas llamas que no soy capaz de aplacar. Alexander estuvo a punto de capturarme.

—Tenemos que escapar —dice Sarah—. No nos queda otra opción. De lo contrario, el traidor nos...

—No pienso dejar que me encierren en esas malditas paredes nuevamente —la interrumpo.

—Pero ¿cómo? La última vez que lo intentamos mandaron soldados a atacarnos. Casi caemos en las manos de Neumann. No hay forma de huir. Ferdinand lo tiene todo controlado. —Philip baja la cabeza y las pestañas cubren sus ojos—. Mi padre.

Un sonido atronador interrumpe nuestra conversación. Debemos huir ya. La preocupación no me permite despegar la mirada de mis compañeros; Philip posa sus ojos azules en el cielo, y lo imito. A través del manto de nubes grisáceas, puedo divisar un punto negro. La irregularidad que capta mi atención acrecenta su tamaño, hasta convertirse en una flota compuesta por centenares de naves. Cada uno de los vehículos presenta una torreta en su parte posterior, donde distintos soldados se encuentran sentados, apuntando a la arboleda con los cañones de sus armas.

Los aéreos poblan los cielos nocturnos como un telón negro, y sus luces cegadoras alumbran la isla, buscándonos. El sonido de sus motores rugiendo agita las hojas, empapadas por la lluvia que golpea nuestros cuerpos.

—¡Tenemos que correr! —grita Sarah. No me digas.

—¿A dónde? —responde Philip, sus gritos se pierden en el atronador ruido de las naves—. No tenemos idea de dónde estamos.

—No importa —grito, y extiendo mi mano hacia adelante. Un torrente de fuego se desprende de esta, dirigido hacia el conjunto de vehículos. Las llamas viajan una gran distancia, hasta rodear uno de ellos. Su brillo naranja destaca entre la negrura de la noche, y luego de unos segundos, la nave cae al suelo en picada, estrellándose.

Una Prisión Infinita (Eslabones de Sangre #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora