BETTY
Miraba hacia la nada, mordía mi dedo pulgar con nervios escuchando la discusión de mis padres, estando alerta por si tenía que interferir en algún momento.
Los gritos de papá me asustan demasiado y más cuando está ebrio, se transforma en un horrible monstruo, como al que solía tenerle miedo cuando era niña.
En los últimos cuatro años mi padre se volvió un alcohólico de mierda, y siempre llega ebrio a casa a desquitarse con mi madre y en algunas ocasiones conmigo...
Y me molesta demasiado es que mamá siempre lo defiende y dice que él tiene derecho de hacer lo que hace ya que es el hombre de la casa.
¿Que tiene de bueno que nos golpee por cualquier estupidez?
También mi madre es demasiado ingenua al perdonarle las infidelidades y jura a pecho que él va a cambiar ya que mi padre se lo promete.
Esta es la hora en la que han pasado cuatro años y todo sigue igual.
Mis pensamientos son interrumpidos por el sonido de mi celular, sonrió al ver el nombre de quién llama. Jugguie.
— ¿Cómo estás mi hermosa Rapunzel?
— Todo bien Jugguie ¿Y tú?
— Estaba pensando en ti — sonrió aún más — ¿Crees que pueda ir a tu casa? Necesito verte linda.
Muerdo mi labio sabiendo que no podré verlo, ha pasado una semana desde que no estamos juntos, ya que ha tenido que ir con su madre y en verdad lo he extrañado demasiado. Él es quien me distrae de todos los problemas que hay en casa, quien se preocupa por mi y logra que una parte de mi sea feliz.
— ¿Rapunzel? ¿Sigues ahí?
— Ajam.
— Entonces ¿Puedo ir?
— No es un buen momento Jugguie, mis padres...
— pelean de nuevo — completa por mi dando un suspiro — ¿segura que no quieres que vaya? Sabes bien que puedo entrar por tu ventana...
— Jugguie-
— no me gusta que estés sola cuando ellos discuten — me interrumpió — desde lo que pasó la última vez... No quiero que te vuelvan a hacer daño mi Rapunzel.
— no me pasara nada Jugguie...
— Rapunzel ¿Recuerdas cuando teníamos once años? ¿Cuando una niña te había humillado por llevar a pato a la escuela? — asentí aunque él no pudiera verme — tu lloraste demasiado y eso hizo que mi corazón se rompiera en mil pedazos porque no pude defenderte — suspiro — desde ese día me prometí a mí mismo que no iba a permitir que te volvieran a hacer daño, aunque no he cumplido del todo mi promesa, lo seguiré haciendo mientras pueda.
Sonreí, sus palabras me hacen muy feliz.
— ¿Te he dicho lo bien que te ves en esos shorts de pandas?
— ¿Cómo sabes que tengo puestos mis shorts? — me giré al escuchar un ruido en la venta, ahí estaba él, con su hermosa sonrisa y ese brillo en sus ojos azules que tanto me gusta ver.
Corte la llamada y caminé a abrir la ventana dejando que él entrara. Estando ya dentro, Jughead rodeó mi cintura y beso mis labios en un beso profundo...
Me encanta probar sus labios.
Apoyé mis manos en su pecho cuando su lengua invadió mi cavidad bucal creando una guerra en nuestras bocas.
— te extrañe tanto Rapunzel — susurro al separarnos del beso.
— yo a ti Jugguie — sonreí para poder abrazarlo con fuerza, disfrutando del olor de su perfume, del calor que transmite su cuerpo y la protección que me da saber que está junto a mí — e hiciste que extrañará también a pato...
— pato está feliz en el cielo, junto con más peluches.
Suspire recordando cuando Jughead me había regalado ese pequeño peluche del león para mí cumpleaños número ocho, al cual nombre pato. En ese entonces Jughead y yo éramos los mejores amigos.
Perdí a pato a mis catorce años, cuando Bruno —la mascota de Jughead— se divirtió mucho jugando con él. Tardé mucho tiempo en perdonar a Bruno.
Jughead me devolvió a la realidad cuando sentí una nalgada en mi trasero, lo que hizo que la sangre viajara a mis mejillas y le diera un golpe en su hombro haciéndolo reír.
— esos shorts se te ven geniales.
— Eso no te da derecho a darme nalgadas.
— soy tu novio, puedo hacerlo — dijo para volver a dejar otra nalgada en mi trasero.
Me separé de él sentándome en la cama y cubrí mis mejillas sabiendo lo rojas que deben de estar. Él continúa teniendo tantos efectos en mi, aún logra hacer que me sonroje con decirme que me veo linda...
Jughead se sentó junto a mí y no rodeó con sus brazos, dejó un beso en mi mejilla y yo me apoyé en su pecho cerrando mis ojos.
— Te amo Jugguie.
— Yo a ti Rapunzel.
Nos quedamos por unos minutos así, en silencio, escuchando la discusión de mis padres, pero nos pusimos alerta al escuchar un fuerte grito de mi madre.
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Recuerdos
Teen FictionGuardamos cada uno de nuestros recuerdos en nuestras mentes y corazones. Pero puede que todos esos lindos recuerdos sean olvidados.