D i e z

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BETTY

— ¡Mi niña! — grito mamá — por fin estás aquí — dijo atrapando entre sus brazos.

— también te extrañe mamá.

— ¿Ya estás mejor? ¿Por qué no me dijeron que volvías?

— Betty dijo que quería sorprenderla — habló Jughead.

Mamá asintió y acarició mi cabello — te ves más grande mi niña. Estás hermosa.

— tu igual mamá — susurré y ella me volvió a abrazarme, en verdad la extrañaba mucho, las llamadas no eran suficientes.

— ¿Y papá? — preguntó Jughead dejando mi bolso en el sofá.

— salió con Bruno, dijo que no demoraría.

Jughead asintió y tomó mi mano — vamos, te mostraré donde dormirás.

Mire a mamá esperando su aprobación, no quiero separarme de ella pero también quiero estar con Jughead.

— vayan, mientras eso les preparare algo de comer — ella beso mi mejilla y luego se perdió yendo a la cocina.

Jughead me guío por las escaleras y entramos a la segunda puerta que había en el pasillo. Al parecer su habitación.

Paredes blancas y una de ellas gris, su cama junto a la ventana, su escritorio al lado de la puerta, una mesita de noche al lado de la cama y el clóset al otro lado de la puerta. Es algo grande, demasiado para mi... No recordaba esta habitación, solo cuando eramos niños y ha cambiado demasiado.

— ¿Dormiremos los dos aquí? — negó — ¿Entonces?

— tú te quedarás aquí, en mi habitación, yo dormiré con papá.

— ¿Por qué no duermes conmigo? ¿No quieres?

Jughead tomó mi rostro entre sus manos, creí que me iba a besar como lo he esperado por mucho tiempo, pero solo dejó un corto beso en mi mejilla.

— me encantaría dormir contigo, lo sabes Rapunzel — asentí sintiendo las caricias de sus dedos en mis mejillas — pero papá dijo que era lo mejor, para que estés mucho más cómoda.

— Pero, yo quiero que te quedes conmigo Jugguie.

Él suspiro — tal vez, hasta que papá se canse de dormir conmigo — río al igual que yo — aún así, puedes ir a despertarme cuando quieras, yo vendré y me quedaré contigo toda la noche hasta que salga el sol.

— ¿No sería más fácil que te quedes siempre aquí?

— Lo sé, pero sabes que los adultos son muy tercos ¿No?

Sonreí y me quedé mirando sus ojos, como si me hipnotizara con ellos. Un suspiro salió de sus labios haciendo que bajara mi vista hacia ellos, se ven tan deliciosos.

Sin aguantar más, tomé sus mejillas y como pude junté sus labios con los míos, después de tanto tiempo de querer probarlos.

Sus manos se posaron en mi cintura y me apegó más a su cuerpo, haciendo que bajara mis manos hasta su pecho. Sus labios se movían con agilidad sobre los míos, no lograba seguirle el ritmo pero aún se siente genial probar sus labios. Nuestras lenguas entraron en contacto creando una guerra entre ellas, creando una sensación que no logro descifrar en mi cuerpo.

Mis pulmones pedían oxígeno, pero yo no quiero separarme, quiero seguir besándolo.

Al parecer los pulmones de Jughead pedían lo mismos, así que terminó con nuestro beso mordiendo mi labio inferior.

— no sabes cuánto extrañaba probar tus labios Rapunzel — susurro juntando nuestras frentes.

— ¿Por qué no lo hacías?

— no quería ser grosero, tal vez tú no querías y si lo hacía te podías enojar y créeme que no me gusta tener una Betty enojada.

Una pequeña risa se escapó de mis labios y él volvió a besarme, pero solo fue un beso corto.

— Si te quedas conmigo, prometo darte muchos besos Jugguie.

Él alzó sus cejas — es una muy buena oferta, pero no quiero escuchar los discursos de papá — asentí y me aparté para tirarme en la cama.

— ¡Un colchón de verdad! — exclamé, en verdad que es cómodo, la camilla del hospital me iba a dejar sin espalda.

Jughead se recostó a mi lado, rodeándome con su brazo, juntando nuestros cuerpos, nos quedamos observando el uno al otro, con esas sonrisas estúpidas posadas en nuestros labios. Con mis dedos aparte el cabello que caía en su frente y él cerró sus ojos al sentir mi tacto.

— todas tus cosas están aquí — susurro — hice un espacio en mi clóset para guardar tu ropa y tus cosas de aseo están en mi baño, traje tus cuadernos de dibujo y tus peluches favoritos.

— ¿Dónde están?

— los peluches guardados en el clóset, los cuadernos en un cajón de mi escritorio.

— ¿Por qué guardas mis peluches? — me levanté de inmediato, abrí las puertas del closet y saqué a Winnie y a Azúl — ¿Por qué los dejas encerrados? Ellos necesitan amor.

— no me gusta tenerlos sobre mi cama.

— pero, son muy lindos, miralos — me senté frente suyo y puse los peluches sobre él.

— ¿Por qué le pusiste Azul a un pez verde?

— porque el agua es azul y los ellos viven en el agua.

— el agua no tiene color.

Me crucé de brazos — me gusta pensar que es de color azul.

— Está bien, no te enojes Rapunzel.

Suspire para poder recostarme de nuevo a su lado, puse a Winnie y azul en medio de nosotros y Jughead frunció sus cejas por eso.

Él se apoyó en su brazo, quedando de lado, apartó a los peluches y cuando iba a protestar, junto nuestros labios de nuevo sacándome una sonrisa. Su mano libre se posó en mi cintura y las mías se fueron a su cuello para profundizar más el beso.

— mi niña ya- ¡Hay por Dios! — grito mamá haciendo que nos separamos de repente — si van a hacer sus cochinadas al menos cierren la puerta.

— mamá, no, no hacíamos nada — debo de ser un tomate en estos momentos.

— estaban a punto de crearme un nieto, no soy ciega Elizabeth — ya se enojó — y tú — señaló a Jughead — aleja las manos de mi hija, no quiero nietos aún y ya bajen a comer, les prepare espaguetis — dijo para luego salir histérica de la habitación.

— no prometo nada señora Cooper.

Le di un golpe en el hombro lo que lo hizo reír.

— Mejor dame otro beso Rapunzel.






















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