XIII: Uɴ ɴᴜᴇᴠᴏ ʀɪɴᴄóɴ.

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Jennie, entró a su casa dando pequeños y flojos pasos como si estuviera sonámbula

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Jennie, entró a su casa dando pequeños y flojos pasos como si estuviera sonámbula. Lisa, solo se dignó a darle una pequeña mirada antes de bajar de su auto. A pesar de que ésta le contara parte de su pasado, aún no se esclarecía del todo, aún seguía observando un cielo nublado. Ahora tenía muchas preguntas en su mente.

¿Quién era Hyun? Eso se preguntaba Jennie, ella sólo sabía que aquel era su padre, pero ¿por qué entonces, dejó a Lisa convivir con aquel hombre? ¿Qué había pasado con su madre? Lisa, sólo le había dejado ver entre líneas que ya no estaba físicamente entre los vivos, pero ¿qué le había ocurrido? ¿Cuánto tiempo vivió en la calle? Sólo llegó a contarle que aquel hombre; Bada, la había dejado en la calle.

—Ah, me va a estallar la cabeza —se quejó frotando su sien mientras cerraba la puerta principal y terminaba de entrar.

De repente recordó el beso y se detuvo como si viera una aparición frente a ella. ¿Fue un impulso? Sí. Pero, ¿qué intenciones tenía con ello? Ella sabía que había actuado mal, porque Lisa, aún aguardaba sentimientos por ella, se lo había dejado claro. Actuó precipitada y ahora se cuestionaba.

Cualquier sentimiento de cólera, molestia, amargura, que había sentido en algún momento por Lisa, fueron llevados por una corriente de aire. Mismo aire que a su paso, golpeó un conjunto de ascuas haciéndolas arder nuevamente, haciendo revivir aquellos sentimientos que daba por muertos.

Dio un largo suspiro mientras comenzaba a dar pasos monótonos.

—Jennie —la aludida dio un respingo, fijando su atención en el pasillo.

—Mamá, me has asustado —se dirigió en medio de un susurro.

—¿Por qué susurras? Tu padre y Sehun están en el comedor, llegas justo a la cena —se acercó hacia Jennie, dándole una mirada inquisidora—. ¿Dónde estabas? —preguntó lentamente separando ambas palabras.

—Yo... ya te lo había comentado ayer por la mañana, mamá —comenzó a caminar por el pasillo girando a la izquierda adentrándose en la cocina—. ¿Acaso lo olvidaste?

Miró a su madre que la había seguido, y que ahora estaba en el umbral de la puerta de brazos cruzados, con una ceja arqueada. Gesto hereditario, gesto que ella misma utilizaba cuando sospechaba, cuando dudaba, cuando no creía en algo.

Aclaró su garganta y abrió la puerta del refrigerador para esconderse de aquella mirada. Tomó la jarra de agua y soltó un suspiro pesado inflando sus mejillas—. «Y ahora, ¿cómo salgo de esta sala de juzgado?».

—No lo olvide, Jennie. Sólo se me hizo extraño que te quedaras por más tiempo en casa de Nayeon.

—Bueno, mamá... —tomó un vaso y procedió a servirse agua sin dignarse a mirar de frente a su madre.

«Jennie, por lo menos mírala y disimula, o aumentarás más su intimidante e insistente presencia.»

—Es sólo que Nayeon y yo, llevamos mucho sin vernos —contestó mirando de frente, esta vez, a su madre. Dio un largo sorbo a su agua y le sonrió—. Y ya sabrás como es de charlatana.

Sʜᴀᴅᴏᴡ (Eʟ ᴅᴇsᴇɴʟᴀᴄᴇ) → JᴇɴʟɪsᴀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora