IV: Rᴇᴄᴜᴇʀᴅᴏs ᴅᴇʟ ᴄᴏʀᴀᴢᴏ́ɴ.

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Al recorrer las calles de Busan, después de dos años, sentía que aun las podía recorrer con sus ojos vendados

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Al recorrer las calles de Busan, después de dos años, sentía que aun las podía recorrer con sus ojos vendados. Todo lucía igual, sus recuerdos plasmados en las calles, locales, en el ambiente, estaban intactos.

A pesar de que Sehun, le ofreció alquilar un auto para que se desplazara por la ciudad, prefirió caminar y andar como una transeúnte más, como en los viejos tiempos, por lo menos por un día. Caminaba a paso seguro hasta una cafetería que frecuentaba mucho con Nayeon, en sus tiempos de estudio.

Entró en dicho local y no bastó mucho para localizar a su cita, una risa muy conocida captó su audición e inmediatamente sonrió. Dirigió su atención a donde le pareció escuchar la risa, y ahí estaba su amiga, pero en compañía de alguien más.

—¡Jennie-sii! —seguramente ese saludó se percibió, incluso fuera del local.

Jennie amplió una gran sonrisa mientras veía a su amiga acercarse y envolverla en un abrazo que la hizo tambalear un poco. No basto mucho para devolver el abrazo con la misma intensidad y dejar que sus labios vaciaran en una risa cual felicidad le embargaba aquel reencuentro.

—Nayeon, no sabes cuanta falta me has hecho —murmuró con cierta melancolía ligada a la alegría de tener de nuevo a su amiga tan de cerca.

Aquel abrazo duró más de lo necesario, o quizás lo justo cuando se trata de una amistad sincera que había estado separada físicamente, por tanto, tiempo.

—Ven —Nayeon tomó la mano de Jennie y la dirigió a su mesa—. Tomemos algo mientras charlamos, aunque Jeongyeon-sii, se ofreció en acompañarme —murmuró por lo bajo mirando de reojo a la mujer alta, ahora rubia, causando una sonrisa cómplice entre ambas.

Nayeon y Jennie, a pesar de estar alejadas por tanto tiempo, conversaban cada vez que les era posible debido al cambio de horario. Ambas sabían de los logros y decesiones de la otra; se mantenían al tanto de todo. Cuando, Nayeon, le comentó hace un año, que había decidido tener algo con Jeongyeon, Jennie vociferó un grito que de seguro Nayeon, escuchó en Corea, y no por medio del auricular del teléfono precisamente.

—¡Hey, Srta Kim! —saludó Jeongyeon poniéndose de pie hacia la mencionada, para saludarla con un beso en su mejilla.

—Jeongyeon —interfirió Nayeon notando el corto abrazo entre las otras dos—. Jennie será la futura dama de honor, madrina de boda, madrina de nuestras criaturas, consejera e intermediaria de nuestras futuras crisis matrimoniales... Así que la puedes tutear, para comenzar a generar confianza.

Jeongyeon se sonrojó un poco y Jennie sólo pudo reír cantarina ante aquello; como extrañaba a ese ser llamado Nayeon.

—Bueno hasta ahora me vengo a enterar de todo ello. Pero es cierto Jeongyeon, nos podemos tratar de tú.

—Bien, toma asiento por favor —ofreció despejando la silla para Jennie.

—Gracias, eres muy amable.

Sʜᴀᴅᴏᴡ (Eʟ ᴅᴇsᴇɴʟᴀᴄᴇ) → JᴇɴʟɪsᴀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora