XVIII: Dᴇ ʀᴇɢʀᴇsᴏ ᴀ ᴛɪ.

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Un lánguido cuerpo de tez blanca, se removió hacía un lado de la cama, quedando casi colgando al filo de la misma

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Un lánguido cuerpo de tez blanca, se removió hacía un lado de la cama, quedando casi colgando al filo de la misma. Sin saber por qué, comenzó a tantear a su lado con cierta flojedad, hasta ubicar una almohada que de inmediato apresó contra su cuerpo. Aspiró profundamente inflando su pecho, albergando al instante, un perfume peculiar, un perfume que ya conocía de antes.

Despejó sus párpados abruptamente, mientras se sentaba de sopetón, tanto que tuvo que parpadear varias veces para despertar sus sentidos y aclarar su visión. Se puso de pie arrastrando sus pasos en dirección a la cocina, donde percibió un olor de unas inconfundibles hotcakes. Su estómago pudo sonreír en un rugido por querer albergarlas. Y Lisa, sonrió por querer albergar en sus brazos a quien las preparaba.

Jennie era cual diáfana dejaba mostrar su luz interior, suficiente para iluminar la oscuridad de Lisa, quien se fue acercando hasta que su cuerpo dio contra aquel, que rápidamente lo terminó de atraer hacia el suyo en un cálido abrazo mañanero.

—Así que no fuiste una epifanía, ni una manifestación de mis deseos, ni uno de esos sueños... de los cuales no quería despertar —había murmurado aquellas palabras con sus párpados cerrados y su mentón apoyado en la cabeza de Jennie—. Realmente estuviste aquí... estás aquí.

Jennie, no quería dar espacio a su mente para que ésta comenzara a cuestionarla incansablemente con preguntas sobre lo que sucedió. Cuando se despertó, lo primero que albergaron sus ojos, fue la imagen de una mujer cuyo flequillo peinó al notarlo despeinado, una respiración pasible, y unos fuertes brazos que rodeaban su cintura. Le tomó tiempo analizar lo que sintió su corazón tras ello, no podía negarlo. No quería dañar a alguien más, pero sabía que aquello fue el paso del límite necesario para hacerlo.

Y ahora, estar con Lisa, quien la abrazaba desde atrás, dejándole un tierno beso en la mejilla que la hizo dibujar una sonrisa, la sucumbía en el querer de que ese momento fuera congelado, porque al descongelarse sólo sería un valde de agua fría de una dura realidad.

Se dio la vuelta entre los brazos de Lisa, sonrió de inmediato al ver la calidez de aquellos ojos adormilados, pero con un brillo especial y cuyo color era más claro gracias a la menguante luz que se adentraba por la ventanilla detrás de ella, y que se figuraba en el borde de ellos. Se perdió en aquellos orbes dándose la oportunidad de que estos le acariciaran con su roce cual se escurría en el paseo por su rostro.

Se atisbaron cada una en mirarse fijamente. ¿Qué querían descubrir mirándose tan fijamente? ¿Descubrir lo que era palpable incluso en el ambiente? ¿Decirse lo que sus labios no se atrevían a pronunciar?

Jennie, dejó caer su cabeza en el hombro de Lisa, quien la abrazó más, reposando su cabeza sobre la de ella, así que terminó por rodearla con sus brazos por la cintura fuertemente. Luego de un instante, Lisa, se separó buscando el rostro de su contraria.

—No —Jennie, colocó un dedo sobre los labios de Lisa, que amenazaban con devorar los suyos—. Date una ducha, lava tus dientes y luego vienes a desayunar.

Sʜᴀᴅᴏᴡ (Eʟ ᴅᴇsᴇɴʟᴀᴄᴇ) → JᴇɴʟɪsᴀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora