XXXIV: Eʟ sɪɢɴɪғɪᴄᴀᴅᴏ ᴅᴇʟ ᴀᴍᴏʀ.

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El pasar de sólo tres días, fue mucho para Lisa, porque su compañía ya no era aquella fría soledad, ahora era un cuerpo cálido cuyo calor le acobijaba más que su cuerpo a la hora de dormir

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El pasar de sólo tres días, fue mucho para Lisa, porque su compañía ya no era aquella fría soledad, ahora era un cuerpo cálido cuyo calor le acobijaba más que su cuerpo a la hora de dormir. Dormir, había sido otra faceta que comenzaba a amar, a desear de su pronta llegada porque sabía que tenía una mujer con quien abrazaría su cuerpo, entrelazaría sus piernas, y besaría antes de dormir del mismo modo que al despertar.

No sabía qué era paz, hasta que ésta se figuraba en pequeños detalles que destellaban al lado de alguien. Alguien que ahora estaba detrás de ella reposando de espaldas sobre la cama, mientras ella estaba sentada entre sus piernas de espaldas, acariciando sus pies cuales reposó sobre sus muslos.

Las caricias dibujadas por las yemas de sus dedos que estudiaban lo terso de aquella piel, se volvieron distraídas, y la mirada cual no apartaba atención de la forma de aquella pierna, se abstrajo en un silencio. No le era suficiente aquel momento, porque aun cuando estaba allí quien quería, rodeando su torso desde atrás, sabía que sólo era un momento. Su efímera presencia cual aparecía arrebatando todo a su lado, sólo era de momentos en su vida.

Inquieta ante aquello cesó sus caricias, cuales ya habían despertado al cuerpo jactado de ellas, mismo que estaba hipnotizado, y que la sorprendió al sentirlo pegado a su espalda abrazándola con tan delicados brazos envueltos en su torso. Y justo cuando sintió su voz tan única y adormilada, su corazón le apabulló su pecho en un brinco. Sabía que no debía dejarla ir.

—Me amañé de tus caricias, amor. ¿Por qué te detuviste? —Un roce sedoso provenientes de unos labios sobre su mejilla, le adormecieron sus párpados—. ¿Hum? ¿Quieres que te acaricie?

—Toda la vida si es posible —fue su respuesta tan repentina y sincera, que causó una suave risa en Jennie tan cerca de su oído como de su corazón—. Acaríciame toda la vida, Jennie.

La necesidad de saber alguna respuesta por parte Jennie, la hizo ladear su rostro encontrándose con aquel que ya la miraba. Con Jennie aprendió a no guardar palabra alguna que definiera sus sentimientos, con Jennie aprendió a decir aquello que sostiene, aquello que es necesario gritar.

—Quiero tenerte siempre, Jennie, y así estar sin miedo del mañana, porque estás tú a mi lado —sus palabras salieron a flote de manera apresurada, como si estás fueran el convencimiento de algún acto erróneo, como si Jennie huyera y ella tratase de convencerla de quedarse.

Sólo recibió una larga mirada por parte de Jennie, que estudiaba el significado de aquellas palabras, siendo tan compañeras de las suyas, siendo lo que su corazón pedía aceptar. Pero el movimiento repentino de Lisa que ahora estaba de rodillas ante ella, la enmudeció nuevamente, pero más las posteriores palabras que se vaciaron de aquellos labios cuales veía.

—El para siempre, puede ser sólo un instante, pero no me importa si sólo ese instante es contigo, Jennie.

—Lisa... —sus labios expulsaron aquel nombre dulcemente en un susurro mientras escabullía su mano alargada en una cabellera negra. Ante sus ojos se figuraba un ser tan distinto al punto en que era el real; era la verdadera Lisa escondida detrás de un deteriorado muro lleno de oscuridad, y que de a poco salía con la necesidad de su luz.

Sʜᴀᴅᴏᴡ (Eʟ ᴅᴇsᴇɴʟᴀᴄᴇ) → JᴇɴʟɪsᴀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora