XXXVII: Uɴᴀ ᴍᴇɴᴛɪʀᴀ ʙʟᴀɴᴄᴀ.

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Un lugar tan emblemático y pulcro, cuyo piso realzaba sus enigmáticas figuras a cuadros de cerámica, envueltas en los rayos del sol que penetraban por la izquierda donde se encontraban una serie de ventanas ovaladas en las puntas, dando una atmósf...

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Un lugar tan emblemático y pulcro, cuyo piso realzaba sus enigmáticas figuras a cuadros de cerámica, envueltas en los rayos del sol que penetraban por la izquierda donde se encontraban una serie de ventanas ovaladas en las puntas, dando una atmósfera clara a tan solitaria estancia, donde sería consumada vil mentira confabulada ante los ojos de Dios por quienes estaban de frente sosteniendo sus manos.

Su mirada triste vagaba por lo profundo de aquel techado tan ornado en arquitectura, donde aquellas líneas y colores mostraban un limpio cielo perdiéndose en él, alejando cualquier persona, aunque una de ellas le sostenía sus manos. Hasta que el eco de una pasible y profunda voz cual llevaba largos minutos en pronunciamiento, logró captar su atención nuevamente, fijando sus ojos diagonalmente hacia aquel hombre de bata blanca y anteojos.

—Así, pues, ya que queréis contraer santo matrimonio, mantened unidas vuestras manos, y manifestad vuestro consentimiento ante Dios y su Iglesia.

Solicitó aquel padre, dando palabra primeramente a Sehun, quien inflando su pecho de aire dio paso a un conjunto de palabras ensayadas cuales confesaban su amor y futuro cuidado a su lado.

—Bien —prosiguió el Padre luego de los votos de cada pareja, donde Jennie se limitó en palabras—. Oh Sehun, ¿quieres recibir a Jennie Kim, como esposa, y prometes serle fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, y, así, amarla y respetarla todos los días de tu vida?

—Sí, quiero —respondió decidido como si quisiera acabar con aquello cual quería estuviera consumado, sin apartar su mirada de Jennie—. Te quiero a ti, Jennie Kim, como mi esposa.

—Jennie Kim —la aludida sintió se comenzaba a sentir ahogada por los tirantes nervios adueñados de su cuerpo—, ¿quieres recibir a Oh Sehun, como esposo, y prometes serle fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, y, así, amarlo y respetarlo todos los días de tu vida?

—Yo... —aclaró su garganta al notarse sin voz y, con voz tan distante del sentimiento esperado en tal unión habló, sin evitar que su mirada se distanciara un poco de aquella—. Yo... te quiero a ti... —apretó sus párpados fuertemente para evitar una imagen de quien sus labios querían pronunciar su nombre en vez del correspondiente.

Pero le fue imposible proseguir cuando su mente le castigaba con su recuerdo; con su rostro que ahora le hacía suspirar al imaginarlo con una media sonrisa tan sincera solo para ella, con lo delicado que era el paseo de sus dedos por su piel que ahora se erizaba con el sólo recuerdo, con la estrechez de sus brazos cuales le rodeaban al dormir bloqueando cualquier huida...

Despejando sus párpados sus ojos se encontraron con unos tan similares en color a los suyos, que la detallaban tan tristemente desde la primera fila de aquella iglesia. Cual mirada le hizo viajar al recuerdo de hora antes de estar parada frente aquel altar...

***

Podía perderse en lo hermoso que lucía aquel vestido blanco cual resplandecía por la pequeña luz que se colaba intrusamente por la rendija de una ventana al costado de aquel espejo, que le hacía lucir como el ser más puro que realzaba el color blanco. Pero no, no era pura, su mentira se figuraba en su rostro triste y serio, cual maquillaje no podía ocultar.

Sʜᴀᴅᴏᴡ (Eʟ ᴅᴇsᴇɴʟᴀᴄᴇ) → JᴇɴʟɪsᴀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora