XLIV: Lᴀ ᴊᴜsᴛɪᴄɪᴀ ᴍᴀɴᴄʜᴀᴅᴀ ᴇɴ sᴀɴɢʀᴇ.

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La tarde parecía caer paulatinamente, como si el tiempo conocedor de lo que acontecería, diera oportunidad de reponer las acciones, de quien ahora actuaba desmedidamente

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La tarde parecía caer paulatinamente, como si el tiempo conocedor de lo que acontecería, diera oportunidad de reponer las acciones, de quien ahora actuaba desmedidamente. Donde con un tremuloso dedo índice repasaba los lugares tan amplios, pero tan pequeños en papel, dispuestos en aquel mapa de Corea del Sur. Donde unos ávidos ojos se proyectaban sobre Busan y sus rededores, en Bukgu precisamente, donde horas más tarde propiciaría el desenlace de su vida.

—Estoy acá... —trazó un círculo con la ayuda de un marcador rojo su posición actual, guiando sus pupilas a una zona de pocos kilómetros más allá donde, según el confidente, provino aquella llamada—. Y aquí... la persona que me dará más que la información de la ubicación de aquel par de escorias, me dará el rostro de quien ha estado amedrentándome tras su burla. Descubriré quién eres, y deduciré por qué conoces tanto de mi... infausto pasado.

Sus orbes ávidos y simétricos, reparaban las acciones de sus manos que tan agilizas recogían aquellos papeles guardándolos en su mochila, deteniéndose una vez más en detallar aquella fotografía y acrecentar más, así, su repudio sobre aquel hombre. Sobre aquel tan ajeno al conocimiento de su existencia y de lo que aquella tarde-noche le repararía. El repaso minucioso de sus pupilas sobre aquel rostro congelado, se interrumpió al percibir un sonido que ubicó rápidamente en su teléfono dispuesto sobre la cama.

Dando par de pasos se acercó hasta el filo de la cama, inclinándose para detallar el número en la pantalla del aparato sin siquiera tomarlo, siendo un remitente cuyo nombre iba acompañado del apelativo "Amor", tan suficiente como para sentir como un deseo revivía sus sentidos anhelosos de aquella presencia, tan arraigada a su piel y pensamientos, tan imperante en sus decisiones...

Siendo motivo suficiente para no querer atender, pero sus emociones por aquella, gobernaron su cuerpo, cuya mano ya atendía la llamada, quedando su boca presa de tantas palabras.

—¡Lisa, amor! —Un quejido salió de sus labios a la par que dejaba caer su cabeza, cual agitó negando; solo aquella voz aterciopelada, ahora tan dejante en la preocupación anhelosa, le hirió por ser la causa—. Amor, estás ahí; percibo tu respiración. Ya dime dónde estás, por Dios... ¿Por qué desapareces de un momento a otro? No sabes... lo...

Un silencio. Un silencio las envolvió, pero Lisa percibió un hipido que no fue a más, seguro por quedarse preso entre los labios que dejaron de pronunciar palabras, siendo las siguientes lo posterior de su intervención, tan doliente en el corazón de ella, que ya empuñaba el teléfono y comprimía sus labios, al igual que sus párpados.

—No sabes lo cuanto te he extrañado, y lo cuan preocupada estoy... Ya dime, por favor.

—Jennie... —sus labios convulsionaron entre sí, al no encontrar palabra alguna para menguar el desespero de la otra, más que su deseo por decirle lo cuanto le amaba, siendo ese pensamiento más significativo e imponente que aquellos oscuros—. Estoy bien, ¿sí? —logró modular con voz quebrada, con la cual prosiguió—. Estaré mañana en la casa... iremos a comer a algún restaurant, no oneroso claro está, luego veremos a Busan desde la colina en el auto donde, si lo deseas tanto como yo..., haremos el amor, ¿sí?

Sʜᴀᴅᴏᴡ (Eʟ ᴅᴇsᴇɴʟᴀᴄᴇ) → JᴇɴʟɪsᴀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora