XXV: Uɴᴀ ᴀᴍᴇɴᴀᴢᴀ ᴀ ʟᴀ ʟɪʙᴇʀᴛᴀᴅ.

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No creía que algo que dejó atrás, regresaría como un agujero negro y la absorbiera

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No creía que algo que dejó atrás, regresaría como un agujero negro y la absorbiera. Sólo una llamada fue suficiente para ello. Una llamada a la cual se negó en acatar de principio, en el motivo, pero que sin lugar a dudas la sometió en un esto agitante.

Será mejor que vengas, Lisa. O diré cosas para atraerte... pero en manos de la autoridad.

Sólo bastó aquella amenaza llena de sorna pronunciada por Zion en su llamada, para que le hiciera maldecirlo una y otra vez para luego colgar. Pero al pensar en lo grave de aquel asunto, luego de calmar su estado, supo que aquel hombre no era de fiar, que no tenía a nadie más a quien coaccionar al punto de lograr su objetivo, que no había otra persona con quien aguardara secretos que podían cambiar la vida de un momento a otro.

—Eres un maldito, Zion —su mano empuñada rebotó en el borde del volante de su auto. Masajeó su cabellera hacía atrás, mientras meditaba si salir o no del auto, si ser un peón y obedecer a Zion con su jugada, la cual desconocía del todo—. No entiendo, en qué demonios puedo ayudarte.

Y su angustia pudo más, con la valentía tomada de una inhalación la cual vació al momento en que su rostro figuraba neutralidad. Mismo que mostró al momento de entrar en la estación de policía, yendo directo a la recepción donde dejo sus datos. Mismo rostro que ahora estaba acompañado de una mirada fija en aquel cuarto de visitas, aguardando seguramente por quien lo desquebrajaría.

Su mirada comprobó, en un movimiento, quien se adentraba. En todos aquellos años donde ambos compartieron, muchas veces se le cruzó la imagen que ahora se figuraba ante ella; Zion esposado, con aquel traje completo color gris, y con aquella sonrisa burlona que no abandonaba el rostro de aquel petulante ser, ni en el momento más crucial.

—El tiempo está contado —anunció un oficial que se retiraba a una esquina de aquella habitación amplia, donde se encontraban otras personas llevando a cabo lo que los reunían.

—Lisa, mi querida, Lisa. —Lisa trataba de controlar su furia interior, la cual quería desahogar golpeando a su indiscreto compañero de malos días—. Sabía que vendrías, a la final sabes que nos tenemos para esto: para las malas.

—Será mejor que vacíes todo lo que me tengas que decir, tengo mi propio tiempo y este corre más rápido.

Zion sonrió de lado arqueando ambas cejas, de a poco se inclinó hacia adelante, y a Lisa no le gustaba para nada aquello, sabía de ante mano que aquel chico era imprudente, pero predecible. Y lo que predijo de aquella mirada, no le gustó, pero menos lo que desglosaron los labios de aquel.

—Necesito tu ayuda, Lisa. De por sí, cumpliré condena por posesión del delirante polvo, ¿sabes? A la final no poseía una gran cantidad, así que la condena no será mucha. Pero no pienso cumplir más años de condena por la culpabilidad de agresión física.

—Eso es tu maldito problema, Zion. En ningún caso tengo que ver —ahora era ella quien se inclinó hacia adelante—. Y sabes que no tengo la manera de ayudarte, y si en mis manos estuviera dicha posibilidad, no lo haría.

Sʜᴀᴅᴏᴡ (Eʟ ᴅᴇsᴇɴʟᴀᴄᴇ) → JᴇɴʟɪsᴀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora