XI: Lᴀ ᴠɪᴅᴀ ᴇɴ ᴜɴ ʙᴇsᴏ.

1K 140 170
                                    

Las tres se encontraban de pie frente a la casa rodante

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Las tres se encontraban de pie frente a la casa rodante. Lisa, tomaba de la mano a Somi, quien a la par de Jennie, esperaban porque ésta, las adentrase al lugar. Pero, Lisa, estaba en un debate mental, quizás aquello sólo era un pensamiento que Lisa, le estaba dando mucha importancia.

Jennie, por su parte se sorprendió de que la vida de Lisa, le seguía mostrado los diferentes cambios por los que había pasado. De estar viviendo en un Pent-house, muy lujoso en una distinguida zona, a estar viviendo en una casa rodante a las afueras de Busan, por una barriada, era motivo suficiente como para sorprenderse.

Pero nada es seguro en esta vida, más que la misma muerte. Lo que un día se tiene, quizás y mañana ya no.

—Bien, eh... —Lisa, miró al par que tenían toda su atención en ella, aumentando más sus nervios— pasemos —logró decir aquella palabra como si hubiera requerido de mucho esfuerzo.

Lisa, subió un par de escalones, su mano tan torpe en premura rebuscaba las llaves en su chaqueta hasta obtenerlas siendo la próxima acción igual de torpe, procedió a abrir, muy torpemente, la puerta. Se volvió apartando su figura dando paso. Somi, no lo pensó y entró apresurada. Jennie, subió los escalones y se detuvo a su lado.

—No debes sentirte cohibida o apenada por el lugar donde ahora habitas, Lisa —aquellas palabras, Lisa, las sintió como suave caricia pasearse por sus mejillas.

Asintió sin mirarla. Sentía la mirada de Jennie pasearse por su perfil, más nerviosa no podía estar. No sabía dónde estaba aquel temple al hablar, aquella seguridad a la hora de tratar y coquetear con una mujer. Jennie, pareció habérselas llevado en su huida, y traer consigo de vuelta, otras emociones que ahora habitaban su cuerpo.

—Termina de entrar, me dará un calambre en mi brazo —«Y un ataque a mi corazón, si me sigues poniendo a prueba de esta manera».

—Me gusta tu casa, Lili —bramó Somi, que estaba observando cada detalle—. Quiero visitarte siempre.

Lisa, terminó de cerrar para fijarse en Somi, que ahora corría en dirección a su cuarto. Paso a mirar a Jennie, que también observaba todo a su alrededor detenidamente.

—Oh, aún conservas este cuadro —señaló admirando la pintura El Grito, que se ubicaba frente al largo sofá, justo arriba de los dos sofás pequeños.

—Sí, hay algunas cosas que aún mantengo como pertenencias. Algunas que pude rescatar —«Menos tu amor».

—¡Lili! —apareció nuevamente, Somi, ahora acompañada por un objeto que casi era de su tamaño—. Mira lo que me conseguí sobre tu cama, ¿es tuyo? ¿duermes con este oso de peluche? ¿me lo puedes obsequiar?

—Hey, un disparo a la vez —Somi, junto sus cejas al no entender, pero sonrió abrazada del peluche sin ganas de entregarlo. Lisa, se agachó hasta conectar su mirada—. No te lo puedo obsequiar, ¿y sabes por qué? —Somi, negó un tanto triste—, porque no me pertenece, es tuyo. Fue obtenido con esa intención desde un principio.

Sʜᴀᴅᴏᴡ (Eʟ ᴅᴇsᴇɴʟᴀᴄᴇ) → JᴇɴʟɪsᴀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora