XXIV: Eʟ ᴠᴀɢᴏ ᴅᴇsᴇᴏ ᴅᴇ ᴠɪᴠɪʀ.

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Sentir un vago, pero creciente deseo de querer vivir

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Sentir un vago, pero creciente deseo de querer vivir. Vivir por el hecho de querer sentir a su lado a quien promueve aquel efímero placer que despega sus labios en una sonrisa... Pero luego sentir el morir de la misma sonrisa, arrancada ahora en duras lágrimas causadas también por el hecho de vivir.

Porque el hecho de vivir lleva consigo el hecho implícito de sonreír y llorar, de sentir felicidad vaga y recurrente, y sentir el dolor frío y permanente. Porque así sentía Lisa el dolor: permanente. En su vida lograba más que eso, la felicidad de la cual gozaba sin siquiera saber, partía con suma rapidez.

Como ahora, cuando creía lograr tener algo de ella, de aquella felicidad, ésta se esfumó siendo suplantada por el dolor del pasado, el dolor del amor figurado en un rostro que no había vuelto a recurrir a sus ojos desde su infancia, el dolor de no tener a su abuela.

Y luego la ira. La ira por el desencanto de los errores del pasado, esos mismos que crearon su imagen y que ahora no permitía confianza en quienes la rodeaban y, ahora, señalaban por acciones que no había cometido, ni cometería nuevamente. Porque quería cambiar, lo haría, pero las vicisitudes de la vida la empujaban en el ahogo del mal de sus lágrimas y en acciones de las cuales se arrepentiría el día de mañana.

¿Podría aún seguir creyendo en la certeza que la vida le aguardaba en felicidad? Porque eso quería creer. Lo había creído al ver la sonrisa de alguien más, de dos personas realmente, que sin duda valía la pena vivir para verlas. Para ver la sonrisa de alguien que hiciera evocar en sus labios una imitación genuina, por felicidad ajena, pero donde ella fuera la causante.

Su estado de un letargo profundo que habitaba su cuerpo desde las últimas horas en desvelo, fue suplantado por la ligereza de sus movimientos en su llano cuerpo al escuchar un llamado sobre la puerta.

—Lisa —aquella voz se escuchaba amortiguada al provenir ésta de afuera.

Con movimientos monótonos, Lisa despegó su cuerpo de la cama, poniéndose de pie para abrir la puerta. Un rostro que mudó su expresión de preocupación a rasgos más ligeros y calmados, la saludó.

Lisa no espero a que Jisoo entrara, sólo se giró en sus talones dando unos pasos hasta reposar su cuerpo pesadamente sobre el sofá, un suspiro que tradujo el cansancio interno, salió de sus labios expulsado con lentitud.

—Traje algo de comer —mencionó Jisoo, quien colocaba algunas compras en la encimera y se regresaba hasta Lisa para tomar asiento a un lado—. Lisa...

La aludida no se molestó en mirar a Jisoo, soló terminó de recostar su espalda en el sofá. Jisoo torció su boca al ver el estado de Lisa, en su mente buscaba algún motivo del decaimiento de aquella, pero sólo se le ocurría ligarlo al último debate de ambas donde el tema iba en torno a Minsuk.

—Me he encargado en averiguar sobre Minsuk, en los diferentes centros psiquiátricos... —Hizo una pausa mientras escudriñaba la posible reacción de Lisa, que se mantenía absorta con mirada al frente—. También, en... cementerios.

Sʜᴀᴅᴏᴡ (Eʟ ᴅᴇsᴇɴʟᴀᴄᴇ) → JᴇɴʟɪsᴀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora