III: Tᴏᴅᴏ ᴍᴇ ɢᴜɪ́ᴀ ᴀ ᴛɪ.

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Lisa, condujo esas tres horas hasta Busan, soltando lágrimas sin cesar

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Lisa, condujo esas tres horas hasta Busan, soltando lágrimas sin cesar. Cada vez que en su mente aparecía una imagen de Jennie junto a Sehun, sonriéndole, daba un golpe en el volante. Cuando recordaba lo mágico que fue aquel beso, suspiraba sintiendo el sabor de sus lágrimas. Había estado rogando por la presencia de Jennie en su vida nuevamente, pero la manera en que apreció la sucumbió.

Ya era media noche, había llegado a su casa. Aún se mantenía en su auto, con su cabeza apoyada sobre el volante. Ladeo su cabeza observando a su lado sobre el asiento, donde reposaban unas compras que había hecho en una tienda. Tomó las bolsas y bajó del auto. Entró en su casa rodante, mirado el pequeño espacio por un largo instante.

—Cómo es posible que, aun viviendo en un espacio tan pequeño, siga sintiendo esta constate soledad.

Arrastrando sus desanimados pasos, se dirigió a una pequeña encimera donde reposo las bolsas, sacando de una de ellas una botella, misma que alzó frete a ella detallándola, notando como el color se volvía más claro ante la pequeña luz proveniente de una ventanilla frente a ella.

—Qué cosas dices Lisa —se respondía, siendo su voz la única habitante de aquel lugar—. La soledad no va radicada a un determinado espacio, sino a la persona en cuestión. Y tú, llevas la soledad contigo a cualquier lugar.

Abrió la botella y la llevó a su boca sin ninguna ceremonia ni cohibimiento. Sus sentidos reaccionaron distinto esta vez; hacía mucho que no tomaba de un licor tan fuerte. Sus párpados se cerraron arrugando su rostro al sentir lo caliente de aquella bebida cubrir su garganta. Soltó un gruñido aclarándola, y decidida dio otro trago.

—Perdón, Jisoo, he rompido la promesa de no alcohol.

Varios minutos le fueron suficientes para adormecer su paladar con los tragos que sin descanso se paseaban por ella. Ya yacía sentada en el piso donde el cuerpo no saboreaba del todo los efectos del alcohol, pero al disponerse de pie, éste le hizo saber que ya los efectos del alcohol habían violentado sus sentidos. Trastrabillando, caminó hacia el tocadiscos ubicado en medio de dos pequeños sofás, algo que se permitió conservar luego de mudarse del Pent-house. Arrastro sus dedos por los discos, hasta tomar uno sobresaliente y no bastó mucho para que la música invadiera su espacio.

Terminó una botella cual sostenía vagamente, de un trago. Y tomando otra, dejó caer su figura sobre el sofá al sentir un fuerte mareo revolver todo su espacio. Tanteó con su mano sin sentido sobre su chaqueta, alargo su mano dentro del bolsillo de ésta y tomó su teléfono. La iluminación de la pantalla le sosegó un poco sintiendo una punzada en su cabeza, pero con la poca cordura logró marcar, siendo corta su espera a la respuesta que atendió de inmediato.

—Lis, ¿sucede algo? —se percibió un bostezo acompañado de una voz adormilada del otro lado—. ¡Espera! No sueles llamarme a estas horas —ahora aquella voz parecía más despierta y agitada.

—Rosé —aquel nombre fue alargado en un quejido que terminó en un hipeo—. Te necesito, p-por favor...

—¿Dónde estás? Voy por ti, espera unos minutos.

Sʜᴀᴅᴏᴡ (Eʟ ᴅᴇsᴇɴʟᴀᴄᴇ) → JᴇɴʟɪsᴀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora