Capítulo 13

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Fuego y Sangre

 Me acerco a la cama inmaculada con pasos lentos y cuidadosos, como si el piso se fuese a fracturar debajo de mí; la cama es enorme, el dosel es hermoso e imponente todo hecho de oro blanco, pero eso no es lo impresionante de todo, sino la alfombra suave que cubre absolutamente todo el piso del aposento, me vi en la obligación de quitarme las botas para entrar, ni loca arruinaría esto. Las sábanas no parecen tener polvo, están suaves, como si hubiesen sido lavadas ayer. Pero claro, estoy en el Segundo Cielo. Todo es posible. Las almohadas parecen más grandes de lo normal, hay seis encima de la cama y a ambos lados hay otras dos pilas de ellas acomodadas.

Ignoro la cama y sus mesas de noches despampanantes y me centro en un espejo en forma de rombo ubicado en la pared frente la cama, hay dos peinadoras con espejos con la misma forma geométrica que el grande ubicado en medio de ellas. Excelente mosaico de decoración, todo está... decorado como si el mismo Blay lo hubiese hecho, y obvio... ni siquiera sé porque lo dudo. Él decoró esta habitación.

La distancia entre la cama y ese inmenso espejo es de por lo menos veinte metros, todo es colosal, pero no veo la necesidad de hacer estos aposentos tan enormes. Camino hacia un arco bajo ―en comparación con los demás que he visto―, al cruzarlo me encuentro con un vestidor.

― No puede ser. ―siseo negando con la cabeza―. Esto es ridículo. Incluso este "clóset" es más grande que el aposento entero. No, no y no. ―no me cabe en la cabeza.

También el piso está cubierto de la misma alfombra blanca y peluda, los roperos a mi derecha tienen muchos estantes llenos de no sé qué tipo de ropa de algodón y quién sabe qué otro tipo de tela. La pared de mi izquierda posee...

― Vestidos. ―susurro acercándome a dicha pared sin dejar de mirar varios asientos en sitios estratégicos, también hay un pequeño domo en el piso donde supongo subo a mirar mi reflejo en el espejo del frente.

Me detengo abruptamente al mirar un pequeño pasillo con cosas brillantes, no me tengo que acercar allí para saber que está lleno de tiaras de todas las formas y colores.

― ¿Qué carajo es esto? ―le reclamo a nadie―. Blay no tenía Jephin, ¿Por qué...? ―sacudo la cabeza―. Esto es ridículo, ¿Acaso pretendía tener una Jephin?

Blay tiene que darme una explicación. Es más que obvio que él jamás se imaginó que yo terminaría aquí, porque es más que obvio que por su cabeza nunca se cruzó la idea de que un ángel terminara ayudándome y trayéndome aquí. Y que yo encontraría una habitación destinada a una humana.

― Demonios, esto es terrorífico. ―farfullo al ver otro pasillo con más joyas y más accesorios, algunos raros, y otros conocidos.

Termino de revisar todo el vestidor para concluir que no hay carteras de ningún tipo, hay capas para el invierno, verano y demás. También hay botas de cuero, de todas las formas; hay tantos ángeles que diseñan ropa que no me sorprendería que la moda actual de la Tierra se hubiese visto miles de años antes por estos lugares. ¿Por qué lo digo? Por algunas prendas íntimas de vestir que me recuerdan tanto a Enid.

También hay unas correas raras, las cuales no necesito investigar para saber que se usan para llevar armas como espadas, dagas y hasta hay unas para arcos.

― Genial. ―murmuro―. Si pudiese hacerle una llamada a Blay para preguntarle un par de cositas... la haría ahora mismo.

Mi sarcasmo me hace sonreír. Algo loco, pero aceptable en esta situación.

Voy a darme un baño, primero porque lo necesito, y segundo porque quiero probarme toda esa ropa.

Dentro de la habitación hay un pasadizo directo hacia las albercas que Jared vio en este pasillo. Y las consigo de lado contrario a la galería. Definitivamente es un salón de baño como el que tenía en la morada de Haziel. Hay jabones raros, y docenas de frascos guardados en un sitio tan idéntico al que yo tenía en la morada del arcángel. La única diferencia es que la mitad de los jacuzzis de este lugar están a la luz de la luna y... no entiendo cómo es que aquí no hace frío cuando claramente en la terraza de la galería noté las corrientes frías de aire.

Sangre de arcángelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora