Capítulo 9

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La cama de Jared

Me paseo de un lado a otro en frente de la Torre de Babel que el mismo Haziel hizo hace miles de años. Si camino por el primer pasillo al final encontraré unas escaleras que me llevaran a la biblioteca si las subo, pues la biblioteca de Haziel comparte todos los pisos desde este nivel.

Los nervios quieren apoderarse de mí, pero no puedo darme por vencida, tengo que tener otro plan, tengo que improvisar.

¡Demonios!

Me siento acorralada y no sé cómo él se dio cuenta que hay un intruso en este lugar. Fui cuidadosa con absolutamente todo, no hice ruido, creo que ni respiré y de nada sirvió porque él se dio cuenta por arte de magia.

Me paso las manos por los cabellos y los halo con fuerza. No he proferido ni un susurro, lo menos que quiero es facilitarle las cosas y que me encuentre más rápido ahora.

¡Ni siquiera sé cómo voy a reaccionar cuando lo tenga en frente!

Joder, me tiemblan las piernas.

Y me lleva el diablo.

Bueno, no sería mala idea que Lucifer viniera a llevarme. En estos momentos cualquiera puede venir a ayudarme, no me quejaría de nadie...

Espera...

Oh, por Dios.

Mi oído capta con rapidez el silbar finísimo de una corriente de aire. Ese es el sonido de alguien viniendo a velocidad sobrenatural hacia aquí.

Maldita sea.

Reacciono muy tarde, cuando apenas he alzado mi brazo alguien me hace rodar por el piso. Y, cabe destacar que no he gemido de dolor, me lo he tragado.

Alzo mi mirada un poco y me doy cuenta que no he proferido una queja porque me he quedado sin aire en mis pulmones. Mi vista está nublada por el golpe que me han dado y sólo veo una figura tambaleante acercarse. Ni siquiera puedo moverme, estoy el piso buscando aire para poder decir algo y evitar que me rompan el cuello, si es que no me lo han roto ya.

― Espera... ―gorgoteo―. Me has roto... me... ―toso y esa persona me quita el pañuelo de la boca―. ¡Déjame respirar, joder! ―ataco mentalmente y veo que él se aleja de un salto.

No puedo moverme. Me ha roto algo y no puedo hablar.

― ¿Qué? ―espeta él y mi cerebro ubica esa voz muy rápido.

Por Dios, esto tiene que ser una broma.

― ¿Jared? ―susurro y al instante él me está sosteniendo la cabeza con cuidado.

Sólo parpadeo incrédula porque esto ni se me cruzó por la mente, en un segundo me dolía hasta el pelo, y un par de segundos después no me duele absolutamente nada.

Él cae sobre sus rodillas y manos para luego dejarse caer por completo en el piso.

― No me jodas, ángel, ¿Me has sanado? ―le reclamo en un susurro incrédulo―. Déjame adivinar, ¿Me rompiste la medula espinal de nuevo?

― ¿Qué... haces aquí? ―pregunta con esfuerzo.

Espera, ¿Estoy teniendo esta conversación?

Estoy aquí con Jared.

Jared Askenaz.

Y él no tiene camisa, por lo cual estoy viendo su abdomen pulido por los dioses. Bueno, por Dios.

― ¿Qué haces aquí? ―pregunta con enojo.

― Todo está pasando muy rápido. ―susurro como si alguien fuese a oírme―. Me sorprendiste golpeándome, ni siquiera miré cuándo llegaste y luego me sanaste y ahora sólo preguntas qué hago aquí.

Sangre de arcángelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora