Capítulo 57

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Play list obligatorio del cap:

The scientist  - Coldplay

Someone you loved - Lewis Capaldi

Cataclismo II

Haziel se queda paralizado, niega con la cabeza y mira a Evanie con ojos desorbitados. Toda impotencia en su cara es reemplazada por una máscara de neutralidad y negación.

Él nunca lo pensó, ya lo tengo claro, pero... él tiene que hacer algo por su hija, es el único que puede ahora mismo. Tiene que salvarla a toda costa.

Cuando quiero gritar algo más alguien me ataca enterrando una daga en mi costilla, no duele, no me importa, pero cuando me lanzan a un lado separándome de mi madre reacciono y ataco a diestra y siniestra con las Veljeax Doradas olvidándome de las consecuencias de mis actos.

Evanie chilla y aprieto los dientes dejando de lado a la compasión.

Sin compasión, sin premeditación.

Jared... él tendría que estar aquí. Él... él sabría qué decirme, y no está. Jared no está.

Dejo sin un brazo a un ser del Séptimo cuando viene por mí, es fácil hacerlo cuando ambos estamos al mismo nivel de velocidad, mis técnicas de usar la espada y de moverme me la enseñó Haziel, pero Blay también me enseñó otros trucos a traición. No es igual atacar a un caído que a un no caído, supongo que las consecuencias son peores.

Los demás que están cerca retroceden al ver lo que he hecho. Todos menos Zemer, que da un salto aterrizando al lado de mi mamá con toda la intención de hacer daño.

Mi corazón se detiene cuando ella atraviesa el pecho de mi madre con una daga.

La brisa se extingue a mi alrededor.

El oxígeno desaparece de mi cuerpo helándome las venas y el alma.

No.

No.

No...

La sangre brota de la herida y mi madre solo me da una mirada rota antes de caer de rodillas ante Zemer.

― Los... amo... ―es lo último que dice cayendo hacia delante y mi grito amenaza con dejarme sin voz.

Mi chillido no parece terminar y mi mente me advierte que esto no debió pasar, pero que ya no puedo hacer nada, que no puedo regresar el tiempo y arreglar esto.

De un segundo a otro solo quiero es destruirlos a todos, quemarlos, volverlos cenizas.

La sanaré ―avisa Bered desde algún sitio, pero lo ignoro―. ¡Espérate, Nia!

Avanzo hacia Zemer, pero ella no me enfrenta sino que intenta huir desplegando sus alas haciendo que las faldas de su vestido blanco ondulen. Lanzo la Veljeax con todas mis fuerzas hacia ella y la hiere en un brazo. Eso es más que suficiente para que ella grite y caiga al suelo. Eliminaré esas alas. Eliminaré cada parte de su cuerpo.

― No, no, no... ―Bered tiene sus manos en la herida de mi madre, pero ya es tarde. La sangre que había manchado la camisa de ella ha desaparecido, al igual que su alma. Ya no puede sanarla.

Zemer se gira aguantando el dolor, pero fracasa dando un alarido cuando le hago una herida en el muslo con toda la maldad que puedo destilar. Ha ocultado sus alas porque sabe que no tendré compasión de ellas.

― Vas a pagarlo ahora mismo. ―Entierro una Veljeax en su pecho y la hundo con fuerza. Ella grita de dolor, se retuerce dando espasmos y yo hago girar la espada con crueldad.

Sangre de arcángelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora