El Príncipe de los Mares
Jared ahora es un caído, puedo soportar eso, pero si no escapa se quedará sin alas. Y eso no es factible.
― ¡Vete ahora, maldito imbécil! ―rujo en su mente, pero no recibo nada de vuelta.
El ambiente cambia de un momento a otro.
― Creo que llegué justo a tiempo a la fiesta. ―anuncia alguien desde los cielos con voz estridente.
Sea lo que sea que haya causado la luz cegadora ya no existe, pero pudo haber sido provocada por el visitante nuevo, aunque el color de los querubines sea de un azul resplandeciente, no es tan oscuro.
Jared está de rodillas jadeando y temblando, sus alas no se ven, suele pasar después de recibir la maldición, la próxima vez que las deje ver serán negras y humearán un poco. Las Veljeax que siempre mantenemos ocultas están ahora en su espalda, solo él puede materializarlas, es por ello que nadie lo había despojado de ellas desde que llegó. Y ahora ellas se dejan ver, lo que significa que la caída es oficial y que Jared está demasiado débil para desaparecerlas y así evitar que se las quiten.
Cuando un castigador cae, siempre pasa eso, sus Veljeax se materializan, y así lo despojamos de ella para luego lanzarlo a tierra, están tan débiles que duran horas cayendo sin poder elevarse, sin poder volar.
Bered está a pocos metros con expresión seria, no entiendo por qué lo hizo, o quién le dio la orden, pero yo más que nadie sé que quiere ahora mismo quiere enterrarse su propia Veljeax.
Jamás imaginé que esto podría desenvolverse de esta manera. En mis planes todo salía casi bien.
Los caídos están perplejos mirando al querubín caído descender con su corona resplandeciente sobre su cabello oscuro. Presumido. Pero la corona significa que ha venido en son de "rey de mundo". Eso no me da buena espina.
Todos están mirando que nada de lo que acaba de suceder se supone que deba suceder. Definitivamente esto no tenía que ser presenciado por nadie. Será una vergüenza sempiterna para el Beta y sus Jerarquías.
Joder.
― Gracias, Hazk ―habla Anaila con dientes apretados―. Ordenen este desastre, sujeten a los caídos, aprisiónenlos ahora y despojen a Jared de sus Veljeax plateadas. ―ella está ignorando al querubín adrede.
Los caídos se ponen a la defensiva. Piensan seguir luchando. Es increíble lo "unidos" que son.
― Un momento, ¿acaso mi entrada no fue suficientemente llamativa? ―el querubín echa un vistazo hacia donde está Jared y luego sonríe maliciosamente.
― Llegas tarde a presenciar el juicio. ―espeta Zemer.
― No fui invitado a la celebración, pero soy famoso por meterme donde no me llaman ―es una bula de Satanás, claramente.
Pero ¿no fue invitado?
Miro a Zemer, pero ella está enfocada en Jared.
― Aprisionen a Jared Askenaz, le faltan dos condenas y ahora una nueva por hacer un levantamiento y atacar al arcángel castigador con Veljeax Plateadas ―la orden de Samael se obedece de inmediato por parte de Friagne, Acsa y de Amezyarak.
Dos condenas. Cortarles las alas y enviarlo a Épsilon.
Tanto Enid como Bered permanecen impasibles, quietos, en realidad, se podría decir que están en shock, pero los ángeles no sufren de eso.
Nuestro hermano más cercano ahora es un caído que no quiere mostrar sus alas negras aún.
Sujetan a Jared, pero no le quitan sus Veljeax. Él parece estar muy afectado, puedo asegurar que está en trance aún y no lo juzgo. No debe ser fácil, nunca lo es.
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Sangre de arcángel
Fantasy[EN EDICIÓN] "La mente humana, nefil y angelical no tendrán ni la más remota idea de los acontecimientos que están por venir. ¿Puede existir algo tan fuerte como la mezcla de sangre entre las criaturas más poderosas que han sido creadas alguna vez...