Capítulo 29

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Baalseth I

― ¿Estás herido? ―le pregunto a Arien tratando de no entrar en una crisis.

― Un arcángel... ―respira quejosamente―. Me hirió en el pecho, pero el pelinegro me arrancó todos los proyectiles.

― ¿Proyectiles?

― Joder, no pidas explicaciones, sólo ve por Evanie y activa los escudos de su mente...

― No. ―niego con la cabeza.

― Nia, ¿qué demonios está pasando? ―Evan se ha acercado y Arien se gira para tomar aire.

― Nada, no pasa nada. ―espeto enviando coacción a su mente―. Ve por mi madre y por Elsie, búscalas.

Mi mejor amigo corre hacia la casa disimuladamente y noto que Jack se acerca a mí. No me di cuenta cuando llegó a casa, probablemente hace menos de media hora.

― ¡Niamh Browne! ―chilla mi hermano cargándome y yo no puedo ni sonreír por la presión de mi mente―. Te busqué cuando llegué, pero la tonta de Elsie me dijo que estabas en el baño y...

― Jack, espera. ―le pido y me pone en el suelo.

― Traje a tu única sobrina, ven conmigo. ―me toma de la mano y trato de mantener la calma mientras lo sigo.

Es obvio que quiero conocer a mi sobrina, pero en estas circunstancias no podré darle una bienvenida decente. Jack serpentea entre algunos miembros de la familia y vecinos hasta llegar a un coche de bebé color rosado. Hay una bebé rubia dentro con ojos grandes y azules.

― Ella es Ginger. ―me dice y me acerco al coche inclinándome un poco.

― Oh, por Dios, es hermosa, gracias a Dios no se parece a ti...

― No seas tonta, se parece mucho a mí.

― Sobre todo en los ojos. ―bromeo y me atrevo a sacarla del coche.

Ella empieza a llorar muy fuerte, como si yo la hubiese quemado con mi toque, así que se la doy a Jack. No me gusta la brisa helada que se está haciendo presente alrededor. Todo esto pinta mal.

― Oh, tranquila, bebé...

Me alejo de mi hermano porque empiezan a sonar relámpagos alrededor. Todos empiezan a alarmarse y yo solo me enfoco en localizar a Evanie. Los niños empiezan a llorar buscando refugio en sus padres, es más que obvio que esos truenos no son por el clima, eso se debe a una pelea campal alrededor que ellos no pueden ver.

Deja de jugar a la tía orgullosa y busca a Evanie. ―la voz de Arien llega a mi mente con enojo.

Relámpagos y fuerte brisa empiezan a abundar.

― ¡Evanie! ―chillo cuando la veo corriendo hacia mi padre. Me acerco trotando a ellos, ya mi bolso no es visible para ellos.

Nia, los escudos de Evanie.

No, no puedo. ―lloriqueo quitándole a mi hija de los brazos a mi padre. Él no dice nada porque Mia se le pega en una pierna para que él la cargue.

― No sé qué está pasando. ―me dice―. Es ridículo, no tiene sentido, no había señales de una miserable nube.

Claro que no tiene sentido. El viento se ha vuelvo agresivo, no está lloviendo, pero hay nubes negras cubriendo todo el cielo. Toda la alegría de la fiesta se ha tornado deprimente.

― Papá... ―lo miro por un momento a sus ojos marrones―. Te amo, todo va a estar bien, siempre va a estar bien. ―mando una advertencia a su mente acompañada de un bloqueo―. Nia no regresa, Eva se queda. ―mi voz se quiebra al final y emprendo mi camino para huir.

Sangre de arcángelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora