Capítulo 35

4.4K 659 1.6K
                                    

Ihmautaph

Blay me lleva a rastras hacia el exterior sujetándome del brazo. Kaiser nos sigue de cerca y ya he visto cierta seriedad y enojo en su cara. Él quiere saber sobre su madre y eso explica su interés por salir de aquí. O quizás... su necesidad es saber quién es la persona que lo abandonó y vengarse. Eso explica las actitudes de Kaiser hacia mí.

Y eso no le justifica toda la maldad que ha apoyado desde hace años. Aunque no me haya tratado cruelmente todo este tiempo, nada justifica su apoyo a Belial.

La puerta principal se abre después que Blay me sujete de los cabellos con fuerza haciéndome daño y me saque al exterior con brusquedad. Me quejo un poco porque está jalando con fuerza de mi cabello, tanta que puedo sentir como mi cuero cabelludo protesta.

Todo mi cariño por él se está agotando y se irá agotando hasta que el odio tome su lugar. No podré perdonarlo, no podré, joder.

― Está apretada. ―anuncia con cierta altivez y burla mientras baja los pocos escalones hacia la calle―. Si se resiste sólo tienen que provocar dolor, ella cederá. ―él usa su fuerza sobrenatural para empujarme hacia delante.

Ahogo un grito de dolor cuando aterrizo de rodillas, para terminar desparramada en el suelo.

Joder, me arde el codo derecho.

Respiro hondo intentando ponerme de pie y no alzo la mirada. No quiero que vean enojo en vez de vergüenza. Porque sí, estoy que exploto como un maldito Angry Bird.

― Al parecer cincuenta minutos no fueron suficientes. ―comenta Belial desde mi lado izquierdo.

No está en los planes que Belial quiera abusar de mí, si eso ocurre no sé qué pasará con Blay, porque no voy a permitirlo.

― Está todo listo, que empiece el juego. ―habla Serkan y yo empuño mis manos.

Quiero llorar, pero de la frustración. Tantas veces que defendí a Blay, que hablé bien de él. Incluso... le dije a Jared y a Haziel que Blay siempre cuidaría de mí. ¿Ahora qué se supone que diré? Tengo muy claro que el Clan ―especialmente tres de ellos― querrá descuartizar a Blay después de esto. ¿Qué haré cuando eso pase? No me creo capaz de impedirlo, pero Evanie ama mucho a Blay.

Me ponen de pie con rudeza y aprieto los dientes. Me duelen las nalgas, las piernas, y el brazo derecho. Pero ese dolor no se compara con el de mi corazón.

Blay sabe que no lo perdonaré. Él sabe que lo que ha hecho ha roto todo, no habrá confianza, no podré tratarlo de la misma manera jamás.

Se me escapa un jodido sollozo, aunque no quiera hacerlo... estoy rota, él merece saberlo.

No voy a pedirte perdón, aún no. ―responde él en mi mente y empuño mis manos queriendo dejar de llorar.

― ¡Te odiaré, te lo juro, Blasius! ―chillo de vuelta y noto que algunos caídos se sobresaltan. Miro de reojo que miran hacia todos lados, luego entre ellos.

― ¿Qué ha sido eso? ―pregunta Belial.

― Es un poder externo. ―dice Vasariah―. No sé de dónde vino.

― Quiero que investigues. ―le susurra―. Vamos al campo. ―anuncia en voz alta.

No pude.

No aguanté más de una embestida de Blay. Apenas entró la primera vez en mí hace minutos lo empujé lejos y me eché a llorar como una niña pequeña alejándome de él. Él no insistió, me dejó sola y varios minutos después volvió para tocar mi abdomen con su mano húmeda. Así que... quiero darme un baño con dióxido de cloro, es eso o quemar toda la isla hasta reducirla a cenizas.

Sangre de arcángelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora