Capítulo 26

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Cada diez días

― ¿Cómo pudiste hacer eso? ―susurra el arcángel.

Sin las cadenas en mis muñecas siento mi poder avivarse, siendo fuerte como antes. Poder que condena y libra de la condenación. Eso puede responder un poco a mis incógnitas.

― Como podrás ver, ya no iré contigo. ―lo miro con seriedad y luego miro a Jared―. No sé salir del Beta. ―susurro en su mente y él desciende poco a poco hasta posar sus pies sobre el piso.

― ¿Cómo pudiste quitarte eso, Niamh? ―Haziel se acerca poco a poco, sin signos peligrosos.

― Sus... raras alas de adamanthi. ―habla Jared.

― Estás enviando luces por todos lados. ―me reprende el arcángel y mis alas desaparecen.

― ¿Leíste algo en particular en el Princek, Niamh? ―pregunta Jared y abro la boca para decir algo, pero me retracto.

― No voy a meterlos en problemas. ―susurro―. Por favor, vete. ―le pido a Haziel―. No tienes nada qué hacer aquí.

― ¿Me estás corriendo...?

― Esta no es tu morada. ―le alzo la voz manoteando―. Deja de darle problemas a Jared, siempre lo metes en problemas, desde que me ayudó a escapar hace cuatro año, te rehusaste a ayudarlo, estuviste a segundos de dejarlo sin alas, ¿Qué pretendes?

Él hace un gesto de que le ha dolido lo que he dicho.

― Yo no le daré más problemas, tú tampoco, así que vete. ―desvío la mirada al ver sus hermosos ojos grises de cerca―. Por favor.

― Me iré, si vienes conmigo.

― No puedo estar aquí. ―le digo masajeando mis sienes―. No... tienes idea de lo que te puede pasar si descubren que estás... que estás teniendo tratos conmigo.

― ¿Tratos? ―pregunta deteniéndose frente a mí―. No estamos teniendo tratos, sabes que no es eso.

No estamos teniendo esta conversación delante de Jared. Claro que no.

― Solo vete.

― Escúchame aquí o ven conmigo. ―sisea y lo miro. Quiero mirar hacia donde está Jared, a unos quince metros de nosotros, de reojo puedo ver que está de brazos cruzados con sus alas plegadas detrás de él.

― No voy a ir contigo. ―concluyo y Haziel solo se encoje de hombros.

― Jared sabe que he pecado contigo, sabe que te tomado de muchas formas, así que no me importa hablar delante de él.

Sólo lo miro. Sus ojos grises tan descarados parecen tranquilos, él tiene una expresión pacífica, pero es no le da derecho a haber dicho eso en este momento a viva voz.

― Tenemos asuntos que arreglar. Has escondido el Princek, y necesito que me digas donde, debo regresarlo a su lugar. Segundo, debes decirme todo lo que leíste en ese libro, y por último debemos hablar de nosotros.

― ¿Crees que tengo tiempo para todo eso? ―pregunto.

― ¿Sabes que hay docenas de ángeles caídos buscándote por toda la Tierra? ―contraataca―. Ellos piensan que eres un Nephil, y lo mejor de todo, que fuiste una Jephin, saben el poder que tendrán al tenerte.

― No van a usarme como animal de cría. ―alzo al voz―. Yo puedo defenderme, y si no lo sabías no puedo tener hijos.

― Niamh, no puedes ser tan tonta. ―espeta―. Hay caídos que pueden regenerar órganos, así como pueden sanar, pueden hacer cualquier cosa con el cuerpo humano y su vitalidad.

Sangre de arcángelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora