Capítulo 5

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Puzzle

Haziel

Un mes terrestre después de ver a Nia por última vez.

Piel bronceada, suave, pómulos redondos, perfectos... labios carnosos que forman una media sonrisa juguetona dejándome ver un hoyuelo que claro está desciende de su progenitora.

Sí. Lo sé. Hay mejores cosas que puedo hacer en vez de ponerme a armar un rompecabezas. Pero esta vez no es cualquier rompecabezas.

Sólo falta un diez por ciento de las piezas, pero ya se ve claramente de qué es y si no me detuve cuando supe de qué se trataba mucho menos lo haré ahora que estoy por terminarlo.

Coloco una pieza completando así una ceja, sólo muevo mi ojo un milímetro para mirar el perfecto color avellana. Aprieto mi mandíbula y sigo mi trabajo hasta completar todo.

No voy a sorprenderme, sabía de qué se trataba de ella antes de llegar a la mitad.

Niamh Browne. ―pronuncio en un susurro mirando el rompecabezas terminado.

Yo mismo lo pinté hace mucho tiempo, muchísimo tiempo y aunque sospeché de que se trataba de un rompecabezas de un retrato de Niamh no desistí en hacerlo.

Si ella hubiese sabido que la pinté y que luego hice un rompecabezas mientras ella dormía luego de ganar el juicio probablemente hubiese querido armarlo el mismo día. Pero lo cierto es que ni yo sabía que algún día elegiría armar la caja donde lo guardé. No después de tanto tiempo intentando lo imposible.

Cuando escucho un batir de alas reacciono por inercia arruinando mi trabajo en menos de un segundo.

― ¿Qué pasa? ―pregunta mi hermano acercándose.

― Me enojé. ―explico sin más.

― ¿Y por eso has hecho una lluvia de piezas de rompecabezas? ―indaga con burla―. ¿Acaso se trataba del querubín caído?

― Algo así. ―susurro girándome hacia él.

Al fin y al cabo los dos fueron llamados "Lucero".

― No soy un humano. ―me dice cruzándose de brazos―. Soy inteligente, sea lo que sea que hayas estado armando no querías que yo lo viera.

― Bered, no estoy para explicaciones. ―camino hacia el enorme arco directo al pasillo.

― Vine hace un mes y no estabas. ―dice siguiéndome―. Vine dos días seguidos, y tampoco estabas.

― ¿Qué es tan urgente?

― No entiendo por qué prefieres andar con el tiempo de la Tierra mientras aquí pasan días y días.

― Es más fácil vivir una semana en la Tierra que meses aquí. ―me detengo y me giro para verlo―. Meses aburridos.

― Creo que si pasaras ese tiempo aquí serían más fácil olvidar... olvidarla. ―murmura y ladeo mi cabeza sin dejar de verlo.

― ¿Olvidaste a tu Jephin alguna vez? ―pregunto mordaz y él me mira con expresión neutra.

― No precisamente, ella se fue al infierno por su negro corazón, al menos...

― No la nombres. ―lo interrumpo con dientes apretados.

― No nombrarla no cambia nada.

― Es mejor que me dejes solo. ―hablo en tono neutro―. Te lo recomiendo encarecidamente.

― No pedí tu recomendación. ―espeta―. Pero te diré esto por enésima vez. ―me mira fijamente―. Diane se fue al infierno, ella está en el infierno. Nia no... ―apenas dice su nombre avanzo hacia él en menos de un nanosegundo estampándolo contra la pared más cercana. Mi puño permanece cerrado contra su camisa sobre su pecho.

― No. La. Nombres.

― Nia no está en el infierno. ―me grita empujándome lejos con la misma fuerza―. Por lo menos tú tienes ese consuelo.

― ¡¿Consuelo?! ―bramo con una sonrisa y niego con la cabeza―. Este tema es algo que ni tú ni nadie puede entender.

― Entiende, todos sabíamos las consecuencias de que ella siguiera aquí, sabías que esto podía pasar. ―rezonga acercándose―. Por lo menos tenemos el consuelo que no está ni el infierno ni en el Quinto Cielo, ¿Por qué no lo dejas estar en paz?

― ¿Por qué? ―pregunto controlando mi ira―. ¿Crees que me encanta el aroma de la murmuración? ―extiendo mis brazos a mis lados―. Donde quiera que llego todos murmuran, todos tienen algo que pensar en sus malditas mentes sobre lo que era ella y cómo me vi involucrado en tenerla aquí sin saber... sin saber nada.

― ¿Todos? ―pregunta ofendido―. Todos no pensamos eso, además no es algo que sólo te incumbe a ti, ¿Crees que a mí no me afectó saber que no la vería más? ―él sonó dolido.

Y eso no me ha gustado en lo absoluto.

― ¿Ah sí? ―susurro entornando los ojos―. ¿Por qué?

― Yo quería a ese Nefil rebelde. ―escupe―. Me encariñé, Nia podía ser perfectamente un ángel para mí, incluso para el frío Jared. ―lo último me hace soltar una risa.

― Claro, Nia un ángel para Jared. ―sacudo la cabeza.

― El tema aquí no se trata de que ella se fue, se trata de ti. ―discute―. Todos lo sabemos, no es la primera vez que discutimos esto, no es la primera vez que me estampas en la pared, no es la primera vez que pagas tu enojo conmigo, ni con Jared, ni con Ahilud...

― Pagaré mi enojo con quien contribuya en avivarlo.

― Y eso nunca va a aliviar el que Nia hubiese escapado de su encarcelamiento.

No quiso estar conmigo.

Ella no quiso... estar conmigo.

Eso es todo lo que pasa y todo lo que nadie sabe.

― No me sigas. ―le advierto dándome la vuelta.

― Haziel, vas a ocasionar que te llamen a una advertencia... ―me sigue―. Si las Jerarquías se enteran que prefieres vivir en el horario de la Tierra las cosas estarán mal... ¡Haziel!

Un segundo después estoy lejos de la morada. Lejos de los discursos y consejos de Bered. Él es el único que se inclina por ella, que siempre la defiende, el que siempre tiene algo bueno que decir para que yo pueda "aceptar" lo inaceptable.

Ahilud es diferente, él no se inclina hacia Niamh. Él siempre la pone de fuera de radar, como si... como si no mencionarla ayudara a olvidarla, y siempre oculta a Gema Dorada de mí para no tener que oír sus reclamos.

Enid evita hablar de lo que pasó.

Y Jared, él simplemente no habla de nada.

― Y yo simplemente no puedo arrancarla de mi alma.

No desde que la traje en mis brazos por primera vez, nunca imaginé que me pudiese mirar fijamente, y luego todo lo inimaginable pasó. Ella estaba conmigo, me hablaba, me miraba, me insultaba y ahora nada de eso existe. Si antes de que ella pudiese amarme estaba impregnada en mi alma, ¿Cómo demonios la voy a arrancar después de todo esto? Después de todo lo que pasó.

Parece imposible.

Tiene que ser imposible.

― Todo es mi culpa, yo empecé todo. 

Y no tiene solución.

Jamás veré ese avellana. Jamás percibiré su aroma.

Jamás podré olvidarme de todo. No soy un humano, soy un arcángel. Y mis malditos recuerdos son eternos.

Ella es eterna también.

Y no sé si pueda vivir mi eternidad de esta forma.

Jamás lo aceptaré.

Sangre de arcángelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora